El primer franquismo (1939-1959) Las relaciones exteriores

VÍDEO DE LA CHARLA AL FINAL DEL TEXTO

Lo primero que hay que significar es que la política exterior de España la dirigía personalmente Franco. En muchas ocasiones sus ministros de asuntos exteriores no sabían que política llevaría a cabo el dictador; eran simples ejecutores de sus deseos. La colaboración de Franco con las fuerzas del Eje había sido manifiesta, como lo era que en España se había instaurado una dictadura de corte fascista.

Durante el período que nos ocupa hubo seis ministros de Asuntos Exteriores: Francisco Gómez Jordana (31/1/38-4/8/39 y del 3/9/42 al 11/8/1944); Juan Beigbeder Atienza (4/8/39-16/10/40); Ramón Serrano Súñer (16/10/40-3/9/42); José Félix de Lequerica (11/8/44-1/7/45); Alberto Martín Artajo (18/7/45-25/2/57) y Fernando María Castiella (25/2/57-29/10/69).

El primer paso para el aislamiento que sufrió España tras la II Guerra Mundial, lo dio el propio régimen al abandonar, el 9 de mayo de 1939 la Sociedad de Naciones alegando que esta estaba al servicio de ingleses y franceses.

Antes de que finalizara la contienda mundial, a principios de 1944, EE.UU y Gran Bretaña «dejaron» de suministrar petróleo a España con el fin de forzar a Franco a que dejara de enviar wolframio a Alemania. Si no se llegó más lejos fue porque Churchill se negó, en contra de la opinión de Roosevelt, del secretario del Foreign Office y del embajador británico en España, Samuel Hoare, que defendían la idea de imponer por la fuerza un régimen democrático en España.

De hecho no fue la única ocasión en la que Churchill evitó que Franco fuera derrocado por las potencias aliadas. En la conferencia de Potsdam celebrada del 16 de julio al 2 de agosto de 1945, Stalin propuso invadir España y derrocar a Franco. Churchill se negó en rotundo. Había demasiados intereses británicos en España, y como dijo: Si tenemos que convivir con Franco, convivamos con él. Los asuntos internos de España no nos conciernen. De la conferencia la única exigencia que se le hizo a Franco fue que abandonara Tánger.

En esta misma conferencia el régimen sufrió el segundo rechazo a que formara parte del nuevo orden mundial que se establecería tras el fin de la II Guerra Mundial. En la declaración final de la conferencia se dejaba claro que España no formaría parte de las Naciones Unidas: Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña no apoyarán la candidatura del actual Gobierno español que, establecido con la ayuda de las potencias del Eje, no posee, en razón de sus orígenes, de su carácter y de su asociación estrecha con los países agresores, las calificaciones necesarias para justificar su admisión entras las Naciones Unidas[1]. Ya en la conferencia de San Francisco del 19 de mayo de 1945, a propuesta de México, España fue excluida de los países que iban a conformar la ONU; por tanto en la conferencia de Potsdam se refrendó lo ya decidido en San Francisco.

Posiblemente Churchill estaba en la línea de lo que pensaba el ministro de Trabajo británico, Ernest Bevin, que dejó escrito en sus memorias: Lo de España no tiene remedio, la situación política española no es perjudicial para nosotros. Desde luego sería perjudicial si allí hubiera un régimen comunista. Es únicamente perjudicial para los españoles, pero España desempeña un papel de tan poca importancia en el contexto mundial, que no merece la pena ocuparse de ella[2].

En 1946 se recrudeció la campaña internacional contra España. El 9 de febrero las Naciones Unidas condenaron el régimen de Franco; el 1 de marzo Francia cerró la frontera con España tras el fusilamiento del guerrillero Cristiano García Granda[3], héroe de la resistencia francesa. El 12 de diciembre de 1946 la ONU adopta una resolución en la que se pide a los países miembros que retiren sus embajadores en España. Solamente los mantuvieron: Argentina, el Vaticano, Irlanda, Portugal y Suiza. El mantenimiento de las legaciones de estos países tenían motivos fundados; Argentina y Portugal por aproximación ideológica; el Vaticano e Irlanda por su acervado catolicismo, y Suiza por intereses meramente económicos. Estados Unidos y Gran Bretaña intentaron que esta medida fuera lo menos lesiva posible para el régimen franquista; de hecho el 4 de marzo de 1946, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia emitieron una nota conjunta que, aunque condenaba el franquismo, declaraban su voluntad de no interferir en la política española. Era la táctica del palo y la zanahoria.

Antes de estas condenas internacionales Franco, que ya estaba convenciendo de que el Eje acabaría perdiendo la guerra, comenzó un lavado de imagen. No fue casualidad que el 20 de julio de 1945 fuera nombrado ministro de Exteriores Alberto Martín-Artajo, miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), sustituido el 25 de febrero de 1957 por otro miembro de esta organización, Fernando Mª Castiella. Martín-Artajo había reemplazado al falangista José Félix de Lequerica. Se intentaba hacer ver que la influencia falangista –claramente relacionada con el fascismo- estaba menguando.

Poco antes de finalizar la II Guerra Mundial, la propaganda franquista alcanzó sus máximas cotas de cinismo al dividir la conflagración mundial en tres guerras distintas: la de Alemania y la URSS, en la que España se muestra a favor de Alemania como defensora de la civilización cristiana y occidental; la de Alemania con Gran Bretaña, en la que España se mantenía neutral, y la de Estados Unidos y Japón, en la que España se alineaba con los norteamericanos. Por otro lado se contactó con los católicos más conservadores de diversos países para que ayudaran al régimen en el intento de hacer olvidar su colaboracionismo con los nazis y los fascistas.

Algunos de los intentos por lavar la imagen del régimen no pueden ser catalogados sino de patéticos, llegando a intentar que se filmara una película. El 7 de octubre de 1942 el embajador español en Estados Unidos, Juan Francisco de Cárdenas, envió una nota al asesor en política exterior del Presidente norteamericano, y subsecretario de Estado, solicitándole que no se filmara la película ¿Por quién doblan las campanas? Basada en la novela de Ernest Hemingway. La nota decía: Hace algún tiempo la embajada de España en Washington tuvo conocimiento de que por la Empresa Cinematográfica Paramount se preparaba la edición de una película titulada For won the bell tolls, cuyo asunto estaba fundado en el libro publicado por el escritor Hemingway, el cual ha escrito en diversas ocasiones en contra del Gobierno Nacional de España […] al aparecer en público dicha producción habrá de dar lugar a un recrudecimiento de las campañas en contra de España que vienen realizando determinados elementos […] Por cuanto antecede la Embajada de España en Washington ha creído necesario […]interesar la cooperación de las autoridades de Estados Unidos a fin de ver la posibilidad de lograra que no se lleven a efecto estas propagandas a todas luces injustas e inexactas que pueden contribuir a dificultar las buenas relaciones existentes entre España y Norteamérica[4]. Como es de imaginar las autoridades norteamericanas no le hicieron el más mínimo caso.

Al ver que el lavado de cara que había intentado el régimen no había dado los resultados esperados, cuando se produjo el rechazo internacional se promovió desde el poder numerosas manifestaciones de apoyo a Franco. Una de gran envergadura fue la celebrada el 9 de diciembre de 1946 en la Plaza de Oriente de Madrid a la que acudieron unas 300.000 personas traídas a la capital entrenes creados ex profeso. En esta manifestación se volvió a escuchar que todo se debía a una conspiración judeo-masónica y comunista.

Manifestación del 9 de diciembre de 1946

La manifestación había sido convocada bajo los lemas «La ONU contra el 18 de julio» y «España contra la conjura internacional», mientras los enfervorizados patriotas portaban pancartas con lemas como «Franco con pan o sin pan, siempre a tus órdenes», «Aquí no somos ni rojos ni blancos. Todos españoles»[5], o «Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos Dos», en clara alusión a los órganos genitales. Todos los periódicos dieron noticia del evento con gran profusión, colocando en primera página el discurso del dictador, que terminó con estas palabras: Prueba de nuestro resurgimiento es llevar al Mundo colgado de los pies. Señal inequívoca de que en España empieza a amanecer.

Meses antes, en mayo, Franco dio una muestra más de su cinismo en el discurso que pronunció ante las Cortes: […] intentar presentarnos al mundo como nazifascistas y antidemócratas. Si un día pudo no importarnos la confusión por el prestigio de que gozaban las naciones de esta clase de régimen ante el mundo, hoy, cuando se han arrojado sobre los vencidos tantos baldones de ignominia y de crueldad, es de justicia destacar las muy distintas características de nuestro Estado[6]. Es decir cuando Alemania e Italia iban ganando la guerra no importaba que nos compararan, pero cuando fueron derrotadas, España era diferente a ellas. Evidentemente el intento no «coló».

Todo comenzó a cambiar con el inicio de la denominada «Guerra Fría». Tras el final de la II Guerra Mundial el régimen estaba convencido de que, tarde o temprano, las potencias occidentales se enfrentarían a la URSS por lo que no era necesario cambiar prácticamente nada; todo caería sobre su propio peso. Y desgraciadamente para los españoles acertaron en el pronóstico. En abril de 1945 Carrero Blanco dijo: […] Inglaterra y Estados Unidos nos necesitan conjuntamente, para luchar contra el imperialismo ruso. Inglaterra y Estados Unidos se disputarán nuestra amistad con vistas al futuro, cuando desaparecido el peligro ruso, sus intereses se encuentren frente a frente[7].

Se puede afirmar que el inicio de la guerra fría trajo consecuencias positivas para el régimen. En primer lugar el tema de España dejó de tener interés internacional; segundo: se pasó del antifascismo al anticomunismo y; tercero, Estados Unidos pasó a liderar el antisovietismo al que todos los países occidentales fueron invitados. España pasó a ser el « Centinela de Occidente» como tanto gustaba repetir a los franquistas.[8] Ante este cambio de la postura internacional la propaganda del régimen comenzó a difundir el eslogan O Franco o el comunismo.

En este contexto, en abril de 1947 EE.UU se negó a imponer nuevas sanciones a España, y en diciembre del mismo año, a propuesta de los norteamericanos no se ratificó en la ONU la condena llevada a cabo el año anterior. Al año siguiente, concretamente el 10 de febrero Francia reabrió la frontera con España. Ese mismo año se firmaron dos acuerdos comerciales y financieros con Francia y Gran Bretaña.

El 21 de enero de 1948 el presidente Truman aprobaba la propuesta del Consejo de Seguridad Nacional para normalizar las relaciones económicas y políticas con el régimen franquista. Al año siguiente el Chase National Bank, el Import-Export Bank y el National City Bank, con el beneplácito del gobierno norteamericano, concedieron los primeros créditos a España.

A partir de estos momentos, y sobre todo tras los acuerdos de 1953 con Estados Unidos y el Vaticano, España comenzó a incorporarse a los organismos internacionales: FAO (1951), OMS (1952), UNESCO (1953), ONU (1955), OIT (1956), OIEA[9] (1957), FMI (1958), BIRD[10] (1958), y GAIT[11].

El 4 de noviembre de 1950 se aprobó por 38 votos a favor, 10 en contra y 12 abstenciones, la Resolución 386/V, por la que se revocaban las recomendaciones de 1946 y se aceptaba que España ingresara en la instituciones especializadas de la ONU.

En cuanto a las organizaciones europeas, en 1958 España fue admitida en la OECE (Organización Europea de Cooperación Económica) y la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico). De donde quedó excluida fue del Tratado de Roma del 25 de marzo de 1957, donde nació la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM).

En la década de los cincuenta España sufrió dos reveses en la política exterior. En 1956, y forzada por Francia, se inició la descolonización de Marruecos, y en 1958 la proclamación como Papa de Juan XXIII enfrió bastante las relaciones de España con el Vaticano.

Alemania y la II Guerra Mundial

No vamos a incidir en la ayuda alemana que tuvieron los sublevados durante la Guerra Civil, sin ella seguramente el final de la contienda hubiera sido muy distinto. Además de esta ayuda militar, se firmaron convenios de toda índole entre el franquismo y el régimen nazi. En mayo de 1938 se firmó un acuerdo de colaboración entre la policía franquista y las SS. Poco antes, el 31 de marzo se firmó un pacto secreto que convertía a España en socio económico y político de Alemania. El 1 de enero de 1939 el Gobierno de Burgos y el régimen de Hitler firman un acuerdo cultural por el que, entre otras cosas, servía para difundir la ideología nazi en España[12]. En diciembre de 1942 otro acuerdo comercial garantizando por parte de España los suministros de materias que fueran necesarias a Alemania. En febrero de 1943 otro acuerdo secreto por el que España se comprometía a no dejar pasar tropas aliadas por territorio español.

Himmler y Serrano Súñer

Las muestras de simpatía del régimen franquista hacia la Alemania nazi eran constantes. Un ejemplo fue el gran recibimiento que recibió Heinrich Himmler en la visita que realizó a España entre el 19 y el 24 de octubre de 1940. El 21 de octubre recibió un homenaje en el Hotel Ritz de Madrid, con discurso saludatorio de José Finat, conde de Mayalde, que era director general de Seguridad y conocido admirador del nazismo. En la visita se estrecharon los lazos entre la policía española y la Gestapo. Dentro de esta colaboración estaba la enseñanza de los sistemas de tortura llevados a la práctica por la policía nazi. Enseñanzas que no dudaron en aplicar los miembros de la policía franquista.

Como ya hemos señalado la ayuda de España a Alemania durante la II Guerra Mundial fue de diversa índole. Una muy importante fue el envío de minerales, como el molibdeno, el espato-flúor y el wolframio, minerales indispensables para la industria armamentística. El comercio entre España y Alemania se establecía a través de dos empresas alemanas, la Ronsak y Hisma (Compañía Hispano-Marroquí de Transportes), y posteriormente por el consorcio empresarial Sofindus (Sociedad Financiera Industrial) creadora de empresas, sobre todo mineras, entre las que se encontraban Aralar, Montes de Galicia, Sierra de Gredos o Montañas del Sur. A parte del sector minero industriales alemanes privados participaban en los sectores de la industria química, la electrónica, así como en bancos y aseguradoras. Entre las filiales alemanas más conocidas están IG-Farben, Siemens, y AEG. Los aliados estimaron que los bienes privados alemanes en España ascendían a 700 millones de dólares.

Otra concesión a Alemania fue la facilidad que se dio para que se instalaran los servicios de inteligencia alemanes en España; además de permitir el abastecimiento de los submarinos alemanes en diversos puertos españoles.

La ayuda a Alemania por parte del régimen franquista se prestó desde el primer momento. Tres mercantes alemanes: Bessel, Thalía y Corrientes fondearon en los puertos de Vigo, Cádiz y Tenerife respectivamente. En sus bodegas almacenaban 44.000 toneladas de gasóleo, 5.000 de aceite lubricante y 16.000 de víveres, preparadas para abastecer a los submarinos alemanes. El 30 de enero de 1940 el submarino U-25 se abasteció de Thalía. En los meses siguientes, otros dieciocho submarinos alemanes fueron repostados desde este buque. Por otra parte aviones alemanes despegaban desde el aeropuerto de Tablada (Sevilla) para bombardear buques británicos.

La complicidad española fue descubierta cuando dos destructores británicos capturaban el 18 de diciembre de 1941 al submarino U-434. En el interior del sumergible encontraron alimentos de procedencia española y la lista de suministros con la nota: Recibido en Vigo el 15 de diciembre de 1941. Tras la protesta del embajador británico Samuel Hoare, Franco ordenó que se dejara de abastecer a los submarinos alemanes[13]

«La neutralidad»

En España había posturas enfrentadas respecto a qué posición tomar respecto a la guerra mundial. El principal valedor de la entrada en guerra era Serrano Súñer y los falangistas., mientras que la mayoría de los militares, conscientes de la penosa situación del ejército español estaban en contra de la intervención.

Tusell[14]hace una reflexión muy interesante sobre la postura que mantuvo España durante la guerra. España pasa en junio de 1940 –el día 10 Italia había entrado en la guerra- de neutral a no beligerante. Italia, antes de entrar en la guerra, se había declarado no beligerante. Para Tusell la no beligerancia de España era una pre-beligerancia, tal y como había ocurrido en Italia. El general Latorre Roca menciona en sus memorias la forma sui generis que tenía Franco sobre la no beligerancia, así se los explicó a la guarnición de Sevilla el 7 de mayo de 1943: La no beligerancia no quiere decir intervención, pero no quiere decir tampoco indiferencia, ya que esta sería un síntoma de agonía[15]

Es incuestionable que cuando los alemanes toman París, el ambiente en la cúpula dirigente franquista era favorable a la intervención, ya que por aquel entonces se daba como segura la victoria nazi. Es la época de los viajes del general Vigón y Serrano Súñer a Alemania. Tusell afirma haber visto un mapa hecho por el propio Franco de cómo sería el despliegue de las tropas españolas en el Marruecos francés. Ante esta posición estaba la de muchos militares conscientes, como hemos comentado anteriormente, de la desastrosa situación del ejército español, tanto en material como en hombres, había excepciones entre la cúpula militar, como Muñoz Grandes.

Mussolini tampoco era partidario de la entrada de España en la guerra. Tras la conversación celebrada entre Franco y Mussolini el 12 d febrero de 1941 en Bordiguera; Mussolini dijo que no se podía hacer entrar en la guerra a un país que tenía pan para una semana. Tanto Mussolini, como Pétain, con el que se entrevistó al día siguiente, dejaron claro a Franco que se olvidara de sus deseos expansionistas en el norte de África.

Franco con Mussolini y Petáin

En mayo de 1940 Alemania conquista los Países Bajos; el 10 de junio Italia entraba en la guerra y España, que hasta entonces se había declarado neutral, pasó al estatus de no beligerante. El 15 de junio tropas españolas entran en Tánger. El paso de la neutralidad a la no beligerancia se dio el 13 de junio de 1940. Todos entendieron que era un primer paso para entrar en la guerra. En el Arriba se leía: Tener memoria equivale a tener gratitud. A la hora que se unen con fragor de armas pueblos amigos, está aquí fresca y activa nuestra amistad. Por su parte Informaciones  decía: En la lucha por un nuevo ideal contra una vieja desigualdad, España ya ha decidido su frente[16]

A la vez que entraba en Tánger, el gobierno envío a Alemania una petición para que se cediera a España el Marruecos francés y solicitaba su ayuda para tomar Gibraltar. Tras un breve período de tiempo la respuesta alemana fue que en su momento mantendría conversaciones con el gobierno español respecto a los temas propuestos.

El 13 de septiembre de 1940 Serrano Súñer viaja a Alemania acompañado de varios gerifaltes falangistas. El objetivo era conseguir que el régimen nazi convenciera al gobierno de Vichy de entregar a España el Marruecos francés y Orán, y como por pedir que no quede, también solicitó que se devolviera a España el Rosellón y la Baja Navarra –cedidos a Francia en la Paz de los Pirineos de 1659.

Serrano Súñer visita Alemania

Por otro lado, seguros como estaban que Alemania ganaría pronto la guerra, y querían estar en el reparto del botín, ofreció que España ocuparía el Marruecos francés y atacaría Gibraltar, todo esto cuando Alemania derrotara a Gran Bretaña.  El 19 de septiembre Serrano Súñer se entrevista con Ribbentrop[17], en ella Serrano le expresa los deseos personales de Franco de participar en la guerra. Ribbentrop le contestó con buenas palabras y le manifestó que España debería ceder una de las islas Canarias a Alemania. También le comunicó que España pedía demasiado en ayuda económica y militar. Al día siguiente Serrano se entrevistó con Hitler, siendo el eje de la conversación el tema de Gibraltar las reivindicaciones españolas sobre el Marruecos francés. La realidad fue que Hitler no hizo el menor caso a las peticiones del «cuñadísimo».

Tras la entrevista con Hitler, Serrano se reunió nuevamente con Ribbentrop. En esta conversación el ministro alemán le comunicó que como contrapartida a los territorios que se cedieran a España en Marruecos, pedían una de las Islas Canarias, Agadir, Mogador y una de las islas de Guinea Ecuatorial. Al poco tiempo Franco recibió una carta de Hitler en similares términos a los mantenidos en las conversaciones.

Respecto a la intervención española Hitler y Mussolini decidieron no aceptar las peticiones españolas y coincidieron en que les era más favorable la no beligerancia española que su participación en la guerra. La opinión del conde Ciano fue contundente: Los españoles piden mucho y no dan nada.

Creo que ya he aportado datos suficientes que avalan que Franco deseaba entrar en la II Guerra Mundial como aliada de Alemania. Por si no ha quedado claro para algún lector, añadiré algún dato más.

En 1940 Franco escribió una carta a Hitler que fue entregada personalmente por el general Juan Vigón en el mes de junio en la sede de la Wehrmacht en Bélgica. En ella Franco le expresaba su admiración y su deseo de colaborar con el régimen nazi:

Querido Führer: En el momento que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y entusiasmo y el de mi pueblo, que observa con profunda emoción el curso de una lucha que ellos consideran propia […]No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que sería ni satisfacción al prestarle en toda ocasión los servicios que usted estime más valiosos[18]. Concluía la carta ofreciéndole dos millones de veteranos de la mejor calidad. No parece que queden dudas sobre los deseos del dictador español. Es más Franco, Serrano Súñer y el ministro de Asuntos Exteriores, Beigbeder, el 23 de junio ofrecieron a Hitler raptar a los duques de Windsor, que estaban de paso por Madrid camino de Lisboa[19].

Henchido de ardor guerrero el 17 de septiembre de 1941 Franco en su discurso ante el Consejo Nacional de Falange, arremetió contra los aliados, llegando a amenazar a Estados Unidos: Ni el continente americano puede soñar en intervenciones en Europa sin sujetarse a una catástrofe […] que pueden las costas americanas peligrar por ataques de las potencias europeas […] Se ha planteado mal la guerra y los aliados la han perdido […] En estos momentos en que las armas dirigen la batalla de Europa y el cristianismo desde hace tantos años anhelaban y en que la sangre de nuestros jóvenes va a unirse a la de nuestros camaradas del Eje, como expresión viva de solidaridad, renovemos nuestra fe en los destinos de nuestra patria, que han de velar estrechamente unidos a nuestros ejércitos y la Falange[20].

Uno de los que estaba convencido de que España entraría en guerra al lado de Alemania era Churchill. A finales de mayo de 1940 envió a Samuel Hoare en misión especial a España. A los pocos días de llegar, Hoare decía en su informe: No he visto en mi vida un control tan total de los medios de comunicación, de la prensa, de la propaganda, del transporte aéreo, etc., como el que los alemanes se han montado aquí. Es más, incluso afirmo que la Embajada y mi persona solo estamos aquí presentes porque lo toleran los alemanes[21].

Para evitar la entrada de España en la guerra, Gran Bretaña recurrió al soborno. El agregado naval británico, Allen Hillgarth –gracias a Juan March-, disponía de 13 millones de libras esterlinas en el Swiss Bank de Nueva York para sobornar a militares españoles, sobre todo a los monárquicos como Aranda, Orgaz, Varela, Kindelán o Saliquet, para que mantuvieran a España como país neutral. Seguían el consejo de David Eccles, emisario del Ministerio de Economía de Guerra, que en un informe de noviembre de 1940 decía: los españoles están en venta y nuestra misión consiste en procurar que el subastador les adjudique nuestra oferta[22]

En cualquier caso conviene recordar que España sí tuvo una intervención directa en la II Guerra Mundial a través de la División Azul[23], incorporada a la 250ª División de la Wehrmacht. Por ella pasaron unos 47.000 combatientes, no todos voluntarios como quería hacer ver el régimen[24]. La División Azul tuvo un 56% de bajas entre muertos, heridos, desaparecidos y capturados. No fueron los combatientes la única aportación humana que hizo Franco a Hitler; cumpliendo un convenio secreto firmado el 21 de agosto de 1941, unos 10.500 trabajadores españoles fueron enviados a trabajar a Alemania. Este contingente humano formaba parte del pago de la deuda contraída con los nazis por su ayuda en la guerra civil.

La entrevista de Hendaya

La entrevista de Franco con Hitler se llevó a cabo en Hendaya el 23 de octubre de 1941. El principal tema a tratar era la posible entrada de España en la guerra al lado de las fuerzas del Eje.

Franco llegó a la entrevista con la idea de entrar en la guerra, pero pronto se debió dar cuenta que el interés que mostraba Hitler por la participación española era mínimo, por no decir nulo. Quizás fue por esta percepción por la que Franco no dejó de hablar durante horas en un intento de convencer al líder nazi.

Llegada de Franco y Hitler a la entrevista[25] (trucada)
En la conversación Franco reiteró las peticiones ya realizadas: armas, alimentos, y concesiones territoriales en Marruecos, Argelia, el Oranesado[26], Gibraltar, y ampliar las posesiones españoles en el Sahara y en Guinea. Por su parte Hitler le pide, antes que nada, instalar una base en las Canarias. Sobre la concesión de territorios le promete que lo pensará, pero que en cualquier caso no sería antes de que finalizara la guerra. La conversación se convirtió en un diálogo de sordos. Para dar por finalizada la conversación, Hitler le dijo a Franco: Mi querido general, no puedo entregarle algo que todavía no me pertenece, sin dejar contestarle se levantó y se dispuso a marcharse. A modo de despedida Franco le contestó: A pesar de lo que he dicho, si llegase un día en que Alemania de verdad me necesitara, me tendría incondicionalmente a su lado y sin ninguna exigencia. Menos mal, que según parece, el traductor o no entendió lo que dijo Franco o estaba harto de traducir la palabrería del dictador, por lo que le hizo llegar estas palabras al Führer[27].

Franco entrevistándose con Hitler

Tras la entrevista Franco firmó un documento secreto, firmado por Serrano Súñer y von Ribbentrop, comprometiéndose España a unirse al Eje cuando se dieran las condiciones necesarias, en el documento se puede leer: en cumplimiento de sus obligaciones como aliado, España intervendrá en la presente guerra contra Inglaterra al lado de las potencias del Eje, una vez que haya recibido la ayuda necesaria para su preparación militar, en el momento que se fije, facilitándole alimentos y materias primas, así como haciéndose cargo de las necesidades del pueblo español y de las necesidades de guerra[28]. En el documento ya no aparecía ninguna reivindicación territorial. La copia española del documento desapareció misteriosamente. SI se conoce es porque la copia alemana fue recuperada por los norteamericanos tras finalizar la II Guerra Mundial. Como señala Collado Saidel[29]: Con el protocolo firmado, el Régimen estaba ya dentro del Eje pero sin tener que actuar inmediatamente.

Franco sí quiso entrar en la guerra

La propaganda del Régimen «vendió» que España no entró en la II Guerra Mundial gracias a la habilidad de Franco. Es difícil de entender, como se ha demostrado con aportación documental, que aún sea creída esta mentira por un numeroso grupo de españoles y, lo que es peor, que continúe siendo difundida por algunos seudohistoriadores, tertulianos, propagandistas y políticos de derechas y extrema, ejemplo de estos últimos es un incalificable personaje llamado Fernando Paz, miembro de Vox, que ha participado en conferencias organizadas por el partido alemán neonazi Alianza Nacional[30] .

Si España no entró en la guerra es porque tanto Hitler como Mussolini pensaban que su intervención les traería más problemas que ventajas, en vista del calamitoso estado del ejército español y de la terrorífica situación económica por la que estaba atravesando España.

El regreso a la neutralidad el 1 de octubre de 1943 no fue fruto de la voluntad de Franco, los acontecimientos le obligaron a cambiar de posición si no quería tener graves problemas cuando finalizara la guerra. Hay que tener en cuenta que el 10 de julio los aliados habían desembarcado en Sicilia, que el 27 de mismo mes fue detenido Mussolini por las nuevas autoridades italianas, posteriormente liderado por comandos alemanes. También influyó la amenaza de norteamericanos y británicos de que cortarían los suministros a España si estaba continuaba enviando wolframio y otros productos a Alemania. El 12 de septiembre de 1943 se disolvió la División Azul.

El 9 de mayo de 1943 Franco dio una nueva muestra de su cinismo al decir en un discurso: Los que realmente miramos la contienda, juzgamos insensato retrasar la paz. Hemos llegado a lo que suele llamarse un punto muerto en la lucha: ninguno de los beligerantes tiene fuerza para derrotar al otro. Era un intento de nadar entre dos aguas, no reconocía aún que el triunfo aliado era imparable no fuera a ser que Alemania se «cabreara».

El 2 de mayo de 1944, cuando ya estaba clara, incluso para Franco, la derrota de Alemania, el dictador firmó un acuerdo secreto con EE.UU y Gran Bretaña por el que España se comprometía a limitar las exportaciones de wolframio a Alemania a 20 toneladas durante mayo y junio y a cuarenta en el mes siguiente; la retirada de la misión militar japonesa y el cierre del consulado alemán en Tánger, la entrega de cinco barcos italianos fondeados en puertos españoles y la expulsión de España de los espías alemanes. A cambio Estados Unidos y Gran Bretaña reanudarían el suministro de petróleo. España no cumplió en su totalidad el pacto debido a otros acuerdos secretos que tenía firmados con Alemania[31].

A partir de septiembre de 1944 las autoridades franquistas parece que ya asumen que Alemania perdería la guerra[32]. Es en estos momentos cuando se ordena a los periódicos de no hacer comentarios germanófilos y diesen preferencia a los partes de guerra de los aliados. Todo esto se hizo a espaldas de los falangistas que no tomaron muy bien las nuevas consignas y se dedicaron a distribuir folletos sobre el peligro comunista y acusando al Parlamento británico de apoyar a los comunistas españoles exiliados. Como contrapartida a este cambio de posición en la segunda mitad de 1944 se recrudecieron las detenciones y las ejecuciones. Tal fue el número de asesinados que el gobierno británico presentó ante el Vaticano un informe con el número de ejecuciones, condenas a muerte y detenciones; intentando que el Papa parara la masacre que se estaba llevando a cabo.

Pero incluso una vez terminada la guerra la prensa continuó alabando a Hitler. Así daba el Informaciones la noticia de la muerte del líder nazi: Cara al enemigo bolchevique, en el puesto de honor, Adolfo Hitler muere defendiendo la cancillería. Muere y triunfa Adolfo Hitler[33]. Franco no rompió relaciones con el Tercer Reich hasta el 8 de mayo de 1945, un día después de la capitulación del ejército alemán.

Europa

Respecto a España la medida más drástica contra España la tomó Francia al cerrar la frontera el 27 de febrero de 1946. Por su parte las presiones británicas fueron menores, debido a que tenía intereses políticos y económicos en España. El máximo esfuerzo británico respecto a España fue intentar que se restableciera la monarquía. Recordemos que a principios de 1940 Gran Bretaña firmó un tratado comercial con España en el que se le concedía un crédito de 4,5 millones de libras esterlinas; como contrapartida España se comprometía a invertir en libras para saldar su deuda con Gran Bretaña. Es más durante la contienda mundial Churchill paró las iniciativas estadounidenses para ser más duros con el régimen franquista.

Con el tiempo Francia también moderó sus presiones[34]. Tanto el país galo como Gran Bretaña no querían que Estados Unidos tuviera más influencia en España que ellos. Este objetivo, como es sabido, no fue alcanzado. En lo único que se mantuvieron algo firmes, tampoco de forma exagerada, y en vista de que en EE.UU había división de opiniones, fue en evitar que España entrara en el conocido como «Plan Marshall». Delgado Gómez[35] da una razón para la no entrada de España: Si España no entró en el Programa de Recuperación Europea no fue porque no quisiera hacerlo. Tampoco porque las potencias occidentales se opusieran de raíz a ello. España se quedó fuera porque tenía un régimen político rechazado por la opinión pública internacional. También porque sus dirigentes, antes que hacer concesiones democráticas, optaron por mantener a su pueblo sometido a privaciones y al racionamiento de productos básicos.

Con quién siempre se mantuvieron buenas relaciones fue con Portugal. Hay que recordar que el régimen de Oliveira Salazar apoyó a Franco durante la Guerra Civil, apoyo que tuvo su colofón el 17 de marzo de 1939 con la firma de un tratado de amistad y de no agresión. Como todos sabemos ambos regímenes eran un remedo del estado fascista italiano.

Las relaciones con la URSS son cuando menos curiosas. El régimen daba constantes muestras de su antisovietismo, en parte para que, una vez iniciada la guerra fría, las potencias occidentales vieran en España a un colaborador contra el régimen soviético. No obstante esto no impedía que hubiera ciertas relaciones secretas entre España y la URSS.

El atemperamiento de las relaciones entre España y la URSS comienza en los años cincuenta; por ejemplo, en 1956 hubo conversaciones entre el embajador español en Francia y su homólogo soviético, Vinogradov. En ellas se hablo de la instalación de un corresponsal de la agencia Tass en España y uno de la agencia EFE en Moscú; también se habló de que hubiera giras artísticas españolas por la URSS.

Pero antes de esto, según Julián Gorkin[36], antes de 1950, España sirvió wolframio a la URSS a través de Polonia y Checoslovaquia, en contrapartida para que Stalin no exigiera que Franco y Muñoz Grandes comparecieran en el Juicio de Núremberg[37]. Las relaciones comerciales entre la URSS y España a través de terceros países se configuraron durante los sesenta en las conocidas como Cartas Boado.[38]

Latinoamérica

En los años cuarenta, sobre todo a partir de la derrota del Eje en la II Guerra Mundial, la política exterior española volvió su mirada a Latinoamérica; a partir de un discurso nacionalista donde la palabra más repetida era Hispanidad. Su objetivo más inmediato era evitar que las naciones latinoamericanas dejaran de reconocer a la II República y conseguir apoyo en la ONU.

En Latinoamérica había opiniones enfrentadas respecto al franquismo, desde el rechazo más absoluto de México al apoyo incondicional de Argentina. Con el fin de estrechar las relaciones se creó el Instituto de Cultura Hispánica, que ayudó a la política de estrechar lazos con los países hispanoamericanos. También ayudó la subida al poder de líderes conservadores en distintos países a partir de 1947. Siempre contó para lograr su objetivo con la colaboración de dos dictadores; Juan Domingo Perón en Argentina y Leónidas Trujillo en la República Dominicana, amén de los círculos católicos.[39]

Eva Perón en Madrid

En la votación que llevó a cabo en 1950 en la ONU con el fin de levantar la condena a España, solamente México y Guatemala votaron en contra, Cuba se abstuvo y el resto de países votaron a favor.

Tras la firma del acuerdo con Estados Unidos de 1953, se intentó crear la Comunidad Hispánica de Naciones, una especie de Commonwealth, que no llegó a llevarse a cabo, pero si se firmaron muchos acuerdos bilaterales con países hispanoamericanos.

Estados Unidos

Aunque EE.UU no comulgaba con el régimen de Franco tampoco mantuvo nunca una postura totalmente beligerante. Un giro decisivo se da cuando el presidente Truman comienza su política de freno al comunismo en marzo de 1947. Respecto a España se la comenzó a ver como una aliada en la lucha anticomunista, sin importarle que estuviera gobernada por un dictador de corte fascista. En 1948 el Departamento de Estado transmitió la orden de que se abandonara la idea de acabar con el franquismo y que se tendiese a normalizar las relaciones.

En 1951 EE.UU se concedió un crédito a largo plazo a España, el préstamo se hizo a través del Export-Import Bank para que España pudiese adquirir productos agrícolas, materias primas y bienes de equipo; el crédito ascendía 62,5 millones de dólares. Poco después se concedieron otros dos créditos por un importe total de 24 millones de dólares para la adquisición de algodón.

El pacto EE.UU-España

Las conversaciones para el tratado se iniciaron en julio de 1951. Franco tuvo suerte ya que Truman, que era reticente al pacto, perdiera las elecciones ante el candidato republicano, el general Eisenhower.

En 1953 se llegó al acuerdo entre EE.UU y España que abordaremos de manera amplia. El máximo interés, por no decir el único que EE.UU tenía en suscribir un pacto con España era el establecimiento de bases militares en territorio español. Por parte de España con el acuerdo pretendía que EE.UU ayudara económicamente a España para poder salir del estado de miseria en que se encontraba. A EE.UU no le importaba en absoluto el desarrollo político en España, de ahí que, ni antes ni después del pacto, se hiciera nada para restablecer la democracia.

Franco recibiendo a Eisenhower

El 26 de septiembre de 1953 se suscribieron tres acuerdos entre EE.UU y España. A cambio de la instalación de bases norteamericanas en territorio español, EE.UU facilitaría a España ayuda militar, económica y técnica. La ayuda norteamericana no es que fuera para lanzar cohetes; militarmente se dio a España material bélico obsoleto; en cuanto a la ayuda económica lo que principalmente aportó fueron productos de consumo de los que EE.UU tenía excedentes, por ejemplo, el 50% del total de la ayuda económica fue algodón y aceite de soja. El total de la ayuda económica norteamericana ascendería a 465 millones de dólares repartidos en un período de cuatro años, cifra muy lejana de la que habían pedido los negociadores españoles.

Ahondemos más en lo que concedió EE.UU a España. En ayuda militar fue la cuarta parte de la recibida por Italia y Turquía; económicamente la quinta parte que Francia, e incluso inferior a la recibida por Grecia o Yugoslavia. En los diez años de duración del pacto España recibió un total de 1.523 millones de dólares, pero de ellos el 45% eran préstamos, un 35% donaciones y un 15% correspondía al coste de la construcción de las bases. En cuanto a bienes de equipo, un 35% eran militares, un 32% alimentos y un 33% materias primas.

A EE.UU se le concedió la instalación de ocho bases aéreas: Torrejón de Ardoz, Morón de la Frontera, El Copero (Dos Hermanas), Zaragoza, Muntadas (Barcelona), Los Llanos (Albacete), Los Palacios (Sevilla), Alcalá de los Gazules, San Pablo (Sevilla); un muelle de descarga en Matagorda (Almería) y la base naval de Rota. Estas bases podían ser activadas sin el previo conocimiento del gobierno español en el caso de que se intuyera un peligro comunista. Pero es importante señalar que EE.UU no estaba obligada a ayudar a España en el caso de que esta sufriera una agresión del exterior.

Base naval de Rota

Dentro de las concesiones al ejército norteamericano, este podía moverse libremente por todo el territorio, las aguas jurisdiccionales y el espacio aéreo. Para su acceso a los servicios públicos tenían las mismas facilidades que los españoles. Además contaban con cierta impunidad, ya que los delitos cometidos por militares estadounidenses serían juzgados por tribunales norteamericanos. Otra prebenda es que no tenían que pagar derechos aduaneros.

Al pacto central le acompañaron veintidós acuerdos de procedimiento, todos ellos secretos, y cinco acuerdos técnicos, también secretos. Como señala Carlos Pereira[40]: Era el más alto grado de sumisión, cesión de soberanía y dependencia que jamás se había producido en España y todo ello para lograr los ansiados fines particulares de Franco. Otros historiadores son de la misma opinión; Delgado[41] considera que  El grado de dependencia que asumió España fue superior al del resto de los países de Europa occidental y mucho menos rentable, por su parte Julián Casanova[42] mantiene que los pactos fueron un cheque en blanco otorgado a los norteamericanos. Pero no sólo son historiadores los que piensan que el tratado con EE.UU otorgaba todo a los norteamericanos y poco a los españoles; un alto cargo de la época dijo respecto a ellos: pusimos a disposición de los Estados Unidos España entera en virtud de la «pequeña» de los acuerdos de 1953[43].

La realidad de lo que significaban los acuerdos se ocultó a la opinión pública para poder vender el tratado, que según las autoridades franquistas había puesto a España en el panorama internacional y había obtenido grandes ventajas económicas y militares. Todo parecido con la realidad era pura coincidencia.

Las relaciones de España con EE.UU siempre fueron como quiso el país norteamericano. Franco era consciente de que necesitaba el apoyo internacional de una gran potencia para salir del ostracismo internacional, y este se lo dio EE.UU a cambio de convertirse en un satélite en su estrategia militar contra la URSS.

Estados Unidos en obsesión casi enfermiza contra el comunismo no tuvo ningún escrúpulo en mantener, e incluso apoyar, a un régimen fascista. No hizo lo mismo con regímenes democráticos que llevaban políticas cercanas al socialismo, interviniendo para su derrocamiento; la lista es larga: Costa Rica (1948); Paraguay y Guatemala, ambas en 1954; República del Congo (1960); Ecuador (1961); Perú (1962); Brasil (1964); Bolivia (1971); Chile y Uruguay en 1973; Argentina (1976) o Granada (1983). Esto sin contar el desembarco en Bahía de Cochinos en 1961 para intentar derribar a Fidel Castro, o su intervención directa en las guerras de Corea y Vietnam.

Conclusiones

El aislamiento internacional de España hasta ya iniciada la década de los cincuenta se debió no a un contubernio judeo-masónico-comunista como alegaba el régimen, sino a que era claramente un sistema político inspirado en el nazismo y el fascismo. Hasta prácticamente el final de la II Guerra Mundial el régimen franquista apoyó incondicionalmente a las potencias del Eje.

Como se ha demostrado contundentemente la no entrada de España no se debió a que Franco no lo deseara, sino a que tanto Alemania como Italia consideraban que la participación de España como aliado traería más problemas que soluciones.

El lavado de imagen que intentó el franquismo tras el final de la guerra mundial no se lo creyó prácticamente nadie. No sería hasta los acuerdos firmados en 1953 con EE.UU y el Vaticano cuando España comenzó a ser considerada en el contexto internacional.

Respecto al acuerdo con EE.UU ha quedado claro que el gran beneficiado fue la nación norteamericana, quedando España relegada a una posición de sumisión total a los deseos estadounidenses.

Vídeo


Bibliografía mencionada

  • ABELLA, Rafael (2019): La España falangista. Un país en blanco y negro, 1939-1953, Madrid, edición digital.
  • CASANOVA, Julián (2015): La dictadura que salió de la guerra, en Julián Casanova (coord.), 40 años con Franco, pp. 53-77.
  • CLARET MIRANDA, Jaume (2019): Ganar la guerra, perder la paz. Memorias del general Latorre Roca, Barcelona.
  • COLLADO SEIDEL, Carlos (2012): España en la Segunda Guerra Mundial. La «hábil prudencia» de un «neutral», en Ángel Viñas (ed.) En el combate por la historia, Barcelona, pp. 593-612.
  • COLLADO SEIDEL, Carlos (2019): Toda influencia alemana debería ser eliminada. El proyecto aliado de expropiación y liquidación de los bienes alemanes en España, en Encarnación Lemus y Manuel Peña (coord.) Alianzas y propaganda durante el franquismo, Barcelona (edición digital), pp. 28-58.
  • DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, Lorenzo (1999): El régimen de Franco, el Plan Marshall y las potencias occidentales, en IV  Encuentro Investigadores del Franquismo, 488-495.
  • ESLAVA GALÁN, Juan (2008): Los años del miedo. La nueva España (1939-1952), Barcelona. Edición digital.
  • GARRIDO CABALLERO, Magdalena (2009): Las relaciones hispano-soviéticas en la propaganda e informes diplomáticos del franquismo, en VII Encuentro de Investigadores del Franquismo; pp. 280-290.
  • MARQUINA BARRIO, Antonio (1978): Hitler y Mussolini deciden, antes de la entrevista en Hendaya, la no beligerancia de España, en El País, 21-11-1978.
  • PEREIRA CASTAÑARES, Carlos (2012): De «centinela de occidente» a la conspiración masónica-comunista. La política exterior del franquismo, en Ángel Viñas (ed.), En el combate por la historia, Barcelona, pp. 659-677.
  • PORTERO, Florentino y PARDO, Rosa (1999): Las relaciones exteriores como factor condicionante del franquismo, en Ayer, nº 33, pp. 187-218.
  • PRESTON, Paul (2014): La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX, Barcelona (edición digital).
  • SESMA, Nicolás (2024): Ni una, ni grande, ni libre. La dictadura franquista, Barcelona (edición digital).
  • TUSELL, Javier (1986): El primer franquismo, 1939-1957, en Anuario Instituto de Estudios Zamoranos, 1985, 721-735.

[1] Citado por Portero/Pardo: 194.

[2] Citado por Tusell:733

[3] El gobierno francés le había concedido el grado de Héroe Nacional de Francia.

[4] Citado por Sesma: 121-122.

[5] Que no casaba muy bien con el aumento que hubo de la represión, incluso contra opositores de los sectores más moderados.

[6] Citado Abella: 378.

[7] Citado por Delgado Gómez: 488.

[8] Ver Pereira: 668.

[9] Organización Internacional de la Energía Atómica.

[10] Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo.

[11] Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio.

[12] El acuerdo lo firmaron el ministro de Asuntos Exteriores, el conde de Jordana, y el embajador alemán Eberhard von Stohner. Entre los asistentes al acto estaban presentes el ministro de Educación Nacional, Pedro Sainz Rodríguez, y el subsecretario de Asuntos Exteriores, Eugenio Espinosa de los Monteros.

[13] Ver Eslava: 133

[14] Tusell: 728-729.

[15] Claret: 269.

[16] Citados por Abella: 356-357.

[17] Ministro de Asuntos Exteriores del III Reich.

[18] Citado por Collado Seidel, 2012: 594.

[19] Ver Preston: 121.

[20] Citado por Collado Seidel, 2012: 601.

[21] Citado por Collado Seidel, 2012: 595.

[22] Citado Preston: 124.

[23] El nombre se lo puso José Luías Arrese.

[24] A finales de 1942 se tuvo que recurrir al envío forzoso de soldados porque los voluntarios se negaban a ir al frente ruso.

[25] Para que Franco pareciera más marcial se trucó la foto. En la parte superior la real, en la inferior la trucada.

[26] Territorio situado en Argelia en poder de Francia.

[27] Ver Eslava: 174-175.

[28] Citado por Eslava: 178-179 y por Sesma: 151.

[29] Collado, 2012: 598.

[30] Este personaje califica los juicios de Núremberg como una farsa, que el bombardeo de Guernica es un invento de Inglaterra, que al reconocer los derechos de los homosexuales, Occidente se asoma al abismo. También negó el Holocausto, motivo por el que tuvo que renunciar a ser candidato de Vox en las elecciones de 2019, cuando era cabeza de lista por Albacete.

[31] Ver Marquina: 172.

[32] Capituló el 7 de mayo de 1945.

[33] Citado Abella: 378.

[34] A petición de EE.UU reabrió la frontera en marzo de 1948.

[35] Delgado Gómez: 483.

[36] Su verdadero nombre era Julián Gómez García, él fue quien descubrió que el asesino de Trotsky fue Remón Mercader.

[37] Ver Garrido: 285.

[38] El primer empresario español que fue autorizado a comerciar directamente con la URSS fue Ramón Mendoza.

[39] Eva Perón visitó España del 8 al 15 de junio de 1947, y Trujillo en 1954.

[40] Carlos Pereira: 671.

[41] Delgado Gómez: 244

[42] Casanova: 83

[43] Citado Delgado Gómez: 245.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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