El primer franquismo (1939-1959) ¿Qué fue el franquismo?

Introducción

A partir de los años setenta, sobre todo tras la publicación en 1974 de la traducción de un artículo escrito años antes –en plena guerra fría- por el sociólogo hispano-alemán Juan José Linz titulado, And authoritarian Regime:Spain[1]; se produce un intenso debate en el que participan sociólogos, politólogos e historiadores, sobre la naturaleza del régimen.

Juan José Linz

En este debate se llegó a denominar al franquismo de diecisiete formas diferentes: régimen totalitario, régimen fascista, régimen autocrático, dictadura, dictadura militar, dictadura militar-eclesiástica, dictadura reaccionaria, dictadura empírico-conservadora, dictadura constituyente, estado capitalista de excepción, régimen oligárquico totalitario, régimen bonapartista, régimen cesarista, régimen bismarckiano, régimen autoritario, régimen autoritario personalista y régimen autoritario conservador [2].

Entre todas estas definiciones dos fueron las más extendidas: régimen autoritario no fascista y régimen fascista y, por tanto, totalitario.

Pasemos a ver algunas de estas definiciones para centrarnos posteriormente en el debate entre régimen autoritario o totalitario.

Definiciones

Lo primero que hay que señalar es como se definía el propio régimen. El mismo Franco lo denominó como totalitario, aunque luego cambiara a democracia orgánica en un fútil intento de maquillar una realidad, que de democracia no tenía absolutamente nada. En el Fuero del Trabajo al régimen se le califica de totalitario. Incluso antes ya lo había calificado de esa manera. El 1 de abril de 1936[3] fue nombrado Jefe de Estado; en el discurso de aceptación del cargo Franco manifestó que en España se establecería un régimen: dentro de un amplio concepto totalitario de unidad y continuidad. Es decir tenía la intención de convertirse en un nuevo Duce o Führer, apoyado en tres pilares: ejército, iglesia católica y partido único.

En 1957 Franco en confesó a su primo Francisco Franco Salgado-Araujo la similitud de su régimen con otros totalitarismos: El comunismo, el hitlerismo, el fascismo y el falangismo son sistemas políticos distintos, pero todos ellos tienen algo en común, como es el mantenimiento de la autoridad del Estado, base del orden de un país, la disciplina social y económica, etc.[4]

Para la ideologización de los niños se les hacía aprender en la escuelas el Catecismo político, en él se leía textualmente: España es un Estado totalitario: un solo jefe, un solo mando, una sola obediencia. Antes España era un caos, una anarquía. Hoy es un Estado ordenado, disciplinado y ejemplar[5].

En un informe de Carrero Blanco a Franco de fecha 24 de agosto de 1941, el almirante exponía como debía ser la configuración del Estado: En un régimen totalitario, como el actual, no puede haber más que una doctrina política; solo puede haber una definición, clara y terminante, de la orientación nacional, pero esta doctrina no puede ser fijada y definida sino personalmente por V.E. y, una vez establecidos sus fundamentos básicos debe prohibirse, como delito de lesa patria, toda interpretación que no sea perfectamente ortodoxa.

Para Carrero el estado totalitario debía tener ciertas características:

  1. Un Caudillo, Jefe Supremo, máxima autoridad, solo responsable ante Dios y ante la Historia, que fija la doctrina política nacional, que establece la unión de la Patria y conduce su marcha hacia ella.
  2. Un partido constituido por una minoría selecta compuesta por un grupo de hombres perfectamente compenetrados con la idea del Caudillo, fanáticos de él y, a la vez, enérgicos […] sin más ambición que servir.

 

Como señala Ángel Viñas[6], esto es lo más parecido a la NSDAP o a las SS que hay.

Benjamín Oltra y Armando de Miguel[7], en una definición no exenta de humor, manifestaron que el nombre más apropiado sería fascismo frailuno, ya que veía en él un componente fascista pero muy influenciado por la iglesia católica. Hay que señalar que estos autores, como veremos más adelante, están próximos a la teoría de J.J Linz.

Francisco Sevillano[8] lo define como dictadura reaccionaria. Al estimar que era un régimen autoritario de pluralismo limitado, al tiempo que sirve para diferenciarlo del fascismo, lo cual no implica pasar por alto las complejas relaciones que existieron entre ambos. En esta definición se acerca a las teorías de Linz, más adelante veremos que Sevillano hace varios matices en otras publicaciones posteriores.

Algunos dividen el régimen franquista en varias etapas, como hace Manuel Ramírez (autor relacionado con la FAES), para el que de 1939 a 1945 fue un régimen totalitario, de 1945 a 1960 una dictadura empírico-conservadora, y de 1960 a 1975 un régimen tecno-pragmático[9].

Lo mismo hace Giménez Martínez[10] que mantiene que no todo el régimen puede denominarse de la misma forma. Para él hay cuatro etapas: régimen militar, etapa de seducción totalitaria, etapa de afirmación autoritaria y etapa de apertura limitada. Para este autor el giro hacia la segunda etapa se da el 19 de abril de 1937 con el Decreto de Unificación, el saludo fascista, más poderes para Franco, adopción de los 26 puntos de Falange. Este totalitarismo vendría de las ideas de personas como José Serrano Súñer, Francisco Javier Conde, Salvador Lissarrague o José Antonio Maravall. En la tercera etapa, Franco prescinde de ciertas imágenes fascistas, según Giménez por la mayor influencia en estos momentos de los movimientos católicos, pasando a ser un régimen autoritario, aunque reconoce que en el fondo hubo poco cambio. En la última fase se intentaría hacer cambios en el régimen pero no un cambio del régimen. Afirma Giménez[11]: Aunque, en efecto, el régimen de Franco se convirtió en los últimos años de vida del dictador en un sistema más abierto y más moderado que el de diez o veinte años antes, lo cierto es que nunca se desprendió de su herencia autoritaria ni la institucionalización propuesta supuso ningún avance en un sentido verdaderamente democrático.

A este respecto de los cambios del franquismo, Esteban Navarro[12] ofrece una interesante reflexión que muchos han utilizado para hacer una definición variable sobre el régimen franquista: No negaremos que el franquismo se acomodó a la coyuntura nacional e internacional, guiado por sus deseos de supervivencia, y que por tanto pueden descubrirse una serie de fases. Pero de este hecho no debe deducirse que no nos hallamos ante una «unidad histórica», definida por la permanencia de una serie de rasgos durante sus cuatro décadas de vida -entre otras su naturaleza antidemocrática en el mundo político y social, la actitud represiva, la continuidad autocrática en la Jefatura del Estado, el centralismo, la consagración de los intereses económicos de los grupos dominantes como intereses del Estado-, y que por tanto no puede intentarse una explicación de conjunto del fenómeno.

Ismael Saz[13], propuso catalogar el régimen franquista en un régimen fascistizado. Decía Saz: Una definición por aproximación nos hablaría del franquismo como el menos fascista de los regímenes fascistas o el más próximo al fascismo de entre los no fascistas; o, desde otra perspectiva, el más totalitario de los regímenes autoritarios o el menos totalitario de entre los de esta categoría. En esta misma obra[14] señalaba: Tal vez tengamos que reconocer que en España y no Italia, es donde hay que buscar el más perdurable de los legados del fascismo italiano. Lo cierto es que Saz ha cambiado varias veces su homologación del franquismo.

Ismael Saz estableció una serie de coincidencias y diferencias entre el franquismo y el fascismo:

Julio Aróstegui lo cataloga de dictadura conservadora tradicional, reflejo de la coincidencia de intereses de los terratenientes, el poder bancario, y la iglesia católica, cimentado todo ello por el poder fáctico del ejército. Por su parte Antonio Elorza lo califica de cesarismo de base militar, diferenciándolo de los de Hitler y Mussolini[15]. Considera Elorza que el franquismo no es un fascismo en sentido estricto, aunque señala puntos coincidentes: líder único, partido único, inexistencia de derechos civiles, estado de excepción permanente para los opositores. Añade también diferencias; por lo que termina definiéndolo como cesarismo de base militar. Señala asimismo que las coincidencias impiden conceptuar el franquismo como régimen autoritario como defiende Linz.

Antes del artículo mencionado, Elorza había descrito el franquismo con algo más de argumentación[16]: El régimen de Franco habría sido una dictadura personal, un cesarismo, de base militar, con una orientación contrarrevolucionaria y arcaizante, y un contenido estrictamente fascista en cuando «estado de excepción permanente», en la política de represión de oponentes y disidentes, y hasta 1966, en la política de información y eliminación de la libertad de pensamiento […] Cabe encuadrar al franquismo entre las dictaduras militares (como cesarismo, no como pretorianismo), a diferencia de las dictaduras civiles de Hitler y Mussolini.         

Moradiellos[17] ve ciertos rasgos del bonapartismo[18] y del caudillismo en el régimen franquista, al tener tres componentes que definen a este: exaltación personal, concentración de todo el poder y falta de control institucional, solo es responsable «ante Dios y ante la Historia». Rasgos del bonapartismo también los ven Aróstegui, Elorza, Fernando Badía, Santos Juliá, Oltra y Armando de Miguel. Aunque Moradiellos se decanta por calificarlo de dictadura personal[19]; […], la realidad persistente es que el franquismo constituía sobre todo una dictadura personal y así quedó recogido tempranamente en la Ley de Reorganización de la Administración Central del Estado[20].

Para Sánchez Recio[21] existen tres elementos que representan el régimen franquista: dictadura, accidentalismo y ficción monárquica. Dictadura entendida como Estado de excepción constante, accidentalismo provocado por los «cambios» obligados por la situación internacional, el tercero utilizado como lavado de cara intentando presentar al régimen –mediante la Ley de Sucesión-, como «católico, social y representativo», y que se convertiría en monarquía a la muerte de dictador. En definitiva, Sánchez Recio califica al franquismo como régimen de estado de excepción duradero, accidental y que instrumentaliza la ficción de la monarquía.

Una década después del artículo reseñado, Sánchez Recio matizaría su teoría[22]. Hace distinciones entre las varias etapas del régimen: directorio militar, estado totalitario, monarquía tradicional, social, católica y representativa, cuando ya no le servía el fascismo de cara a un reconocimiento exterior. Para Sánchez Recio, Franco fue un dictador vitalicio, mostrando su poder absoluto al máximo nivel con la Ley de Sucesión de junio de 1947, en la que se autoconcedió el derecho a nombrar a su sucesor.

Autoritario o totalitario

Franco con Mussolini y Serrano Súñer

De entre todas las definiciones que se han dado del franquismo, dos prevalecen: régimen autoritario o régimen totalitario, que han provocado un encendido debate –que continúa en la actualidad- entre los defensores de una u otra opción.

Todo comienza cuando el sociólogo Juan José Linz escribe, en 1964, su artículo And authoritarian regime: Spain, publicado en España diez años después. Un detalle a tener muy en cuenta es que el artículo se escribe en plena guerra fría.

Linz apoyaba su hipótesis, entre otras razones, en que existía un cierto pluralismo político, la ausencia de ideología, la falta de movilización socio política de la sociedad y la importancia del ejército. El que Linz calificara al franquismo como autoritario era para diferenciarlo de los creados por el fascismo, es decir Alemania e Italia.

Linz había marcado cinco rasgos que definían a los regímenes autoritarios:

  • El régimen gozaría de grado notable de pluralismo político limitado.
  • Carencia de una ideología elaborada y directora.
  • No llevar a cabo una movilización política intensa o extensa, favoreciendo la desmovilización y el conformismo pasivo de la población.
  • El partido único estaba subordinado.
  • El dictador, al contrario que en el totalitarismo, ejerce su poder dentro de límites formalmente mal definidos, pero en realidad bastante predecibles.

Uno de los argumentos de Linz es que el partido único fue perdiendo influencia, o que el régimen toleró una cierta semioposición –las familias-, lo que demostraba que el régimen no era totalitario. Linz explicando el pluralismo político señala que no eran ideologías, sino mentalidades: […], modos de pensamiento y sentimiento, más emocionales que racionales, que proveen modos no codificados de reaccionar ante las distintas situaciones[23]. Hay que reconocer que la descripción no es muy precisa.

Entre los más destacados seguidores de la teoría de Linz de que el franquismo era un régimen autoritario[24] estarían; Javier Tusell, Charles Powell, Stanley G. Payne, Armando de Miguel, aunque este hizo algunos cambios con el devenir del tiempo, Juan Pablo Fusi, etc.

El punto nuclear es que si el franquismo es considerado fascismo debe ser, por tanto, considerado totalitario. Debido a esta premisa muchos de los autores que defienden la catalogación de autoritario acuden a que el franquismo no era fascismo, o al menos no totalmente y no durante todo el tiempo que duró.

Así Tusell y Fusi apuntan a que el catolicismo evitó que el franquismo pueda ser considerado como un régimen totalitario. Aunque Enzo Collotti habla de un área de fascismo católico: la Austria de Dollfuss, la España de Franco y el Portugal de Salazar[25].

Una de las razones que expone Tusell para afirmar que el franquismo no fue totalitario es señalar que, con el paso del tiempo, si bien no se recuperó la libertad se amplió la tolerancia, sobre todo a partir de los años sesenta[26]. Señala también Tusell, siguiendo a Linz, que el franquismo no tenía ideología, a lo más una mentalidad.

Otra de las razones de Tusell era afirmar que el fascismo es una fórmula concreta válida tan solo para una época concreta y para un área geográfica determinada[27], añadiendo que el franquismo era una más entre las dictaduras no totalitarias que existieron en Europa.

Stanley G. Payne calificó el franquismo como una dictadura sincrética que en un principio podía catalogarse como semifascista, pero que a partir de 1942 pasó a ser un régimen autoritario, burocrático, corporativista y no movilizado. Añade Payne que ni Franco ni Salazar configuraron unos regímenes plenamente fascistas[28]. Como saben todos Payne cambiaría su visión sobre Franco acabando siendo uno de los mayores representantes del revisionismo y hagiógrafo del dictador.

Armando de Miguel pasó de seguir al pie de la letra la teoría de Linz, en su obra Sociología del Franquismo, a matizarla en el artículo que escribió junto a Benjamín Oltra, en el que dicen que el franquismo es inseparable de un pensamiento tradicional y fascista  a la vez integrado por elementos falangistas, monárquicos, integristas y tecnocráticos. A partir de ahí intentan darle una nueva homologación al régimen calificándolo de bonapartista. En esta calificación no cabrían los elementos fascistas, integristas o tradicionales, por lo que terminan denominándolo como «fascismo frailuno».

Sobre la teoría de Linz, Sevillano[29], señala […] se pueden formular numerosas objeciones a este modelo interpretativo, ya que se trata de un análisis meramente funcional del franquismo en el que sólo se presta atención a aquellos elementos que configuraron el régimen franquista a partir de 1945 y , sobre todo, desde finales de los años cincuenta, de modo que se ofrece una interpretación sesgada de la realidad histórica al no considerarse su contenido de clase y su evolución en relación con los cambios habidos dentro y fuera del país.

Pasemos a los que, en algunos casos con matices, si consideran al régimen de Franco fascista y totalitario. En principio veamos lo que para la RAE es el totalitarismo: Doctrina y regímenes políticos, desarrollados durante el siglo XX, en los que el Estado concentra todos los poderes en un partido único y controla coactivamente las relaciones sociales bajo una sola ideología oficial.

Para Enrique Moradiellos[30] existen seis puntos definitorios del totalitarismo:

  • La presencia de un centro de poder hegemónico, personificado en un líder carismático, un Duce, que ejerce su autoridad absoluta de modo monopolístico y sin restricción superior ni autonomía apreciable por mandos subalternos o intermedios.
  • La existencia de un partido único de masas que forma parte integral del aparato del Estado […] y responde a una ideología bien definida como doctrina salifica (al modo de religión política) de obligado estudio por la población.
  • La pretensión de control absoluto por parte del estado y el partido de todas las actividades públicas, políticas y socio-culturales, con la reducción al mínimo de la esfera de la vida social y cultural privada.
  • El mantenimiento de un alto grado de movilización política de la población a través de […] sindicatos, organismos judiciales, grupos de mujeres, asociaciones culturales específicas, etc.
  • El sistemático control político y la represión interna de toda oposición latente o patente y de cualquier grado de libertad de prensa, reunión, circulación y comunicación.
  • La voluntad de control y centralización de la vida económica mediante políticas ultranacionalistas y autárquicas como vehículo para el reforzamiento militar del estado […]

Como se observará muchos, por no decir todos de estos rasgos se encuentran en el régimen franquista.

En 1937 un informe diplomático inglés decía que la España franquista estaba teniendo una gran absorción de los métodos e ideas del fascismo italiano; en otro: los que está surgiendo en el territorio de Franco hoy es una forma de nacionalsocialismo inspirado tanto por Alemania como por Italia, aunque más por esta que por aquella.

En diciembre de 1946 la ONU condenaba a la España franquista porque En su origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen de carácter fascista, establecido en gran parte gracias a la ayuda recibida de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini.

Sánchez Recio[31] enumera las razones que exponen aquellos que tachan al franquismo como régimen fascista.

  • Se trata de un régimen de partido único, estructurado fuertemente en torno a un dirigente (jefe) con poderes omnívoros, que monopoliza la ocupación y el uso de los poderes del Estado, a los que configura a imagen y semejanza del propio partido.
  • Controla e interviene en todos los movimientos y organizaciones sociales, y en la vida privada de los ciudadanos.
  • Utiliza como instrumentos la propaganda, la movilización permanente, la represión y otras actividades coactivas que destruyen o impiden todo tipo de oposición y desafección.
  • Se trata en definitiva, de un régimen totalitario.

Ismael Saz[32] nos indica las semejanzas entre las dictaduras de los años treinta y cuarenta en Europa, coloca en el mismo rasero, para mí acertadamente, a España, Alemania, Italia, Austria, Rumania, Portugal y la Francia de Vichi. Señala varios puntos coincidentes: antiliberales, anticomunistas, despreciar los valores liberales del siglo XIX y su autodenominación de «revolución nacional». Aporta más similitudes: Los medios de negocios, el ejército, las distintas iglesias, la burocracia, e componente fascista, y la figura de un dictador –a veces epónimo- están de uno u otro modo presentes en todos estos regímenes. Es interesante esta reflexión de Saz que contradice la expuesta por Tusell de que la dictadura de Franco se parecía a la del régimen de Vichi o a la de algunos países del Este europeo, pero no a la de Hitler. La teoría de Tusell no tiene sustentación alguna. Hay que recordar que la Francia de Vichi era un estado títere totalmente subordinado a la Alemania nazi, por tanto compararla con la Francia de Vichi es compararlo con el nazismo. Tampoco es comparable, por ejemplo, a la de Hungría, gobernada como regente de 1920 a 1945 por el almirante Miklós Horthy –en donde incluso hubo elecciones- y que tras la II Guerra Mundial pasó a la órbita de la URSS.

Para Reig Cruañes[33] no hay dudas de que el franquismo tiene su origen en el totalitarismo: sindicato vertical para hacer desaparecer la lucha de clases, partido único, ordenamiento jurídico-político que elimina las libertades individuales y el pensamiento, violenta represión buscando la eliminación física de los oponentes, concentración de poderes en la figura de Franco, poder judicial sumiso, dirigismo cultural, y política económica ultranacionalista.

Un argumento que se suele esgrimir para no calificar al franquismo de totalitarismo es que evolucionó. Pero como indica Josep Fontana[34], el franquismo no evolucionó por iniciativa propia sino porque la presión exterior, en menor medida las luchas sociales del interior, le obligaron a esta evolución si quería ser reconocido internacionalmente. Continúa Fontana: Me parece que lo más conveniente para comprender la naturaleza del franquismo, y para valorar sus consecuencias a largo plazo, es examinarlo en sus comienzos en 1939, que es cuando se nos aparecen sus propósitos libres de disfraces e interferencias.

De similar parecer era Tuñón de Lara[35]: Cabe la posibilidad de que el “modelo español” haya cambiado entre 1957 y 1962, pasando de ser un régimen totalitario (fascista) a ser un régimen tecno-autoritario. Sin embargo hay que decir que en nuestro caso […] se ha querido utilizar el término “autoritario” para hacer menos sospechoso al régimen, incluso para rehacerle de cierta virginidad política, llegándose incluso a hablar de pluralismo. Esta es una clara referencia a Linz que con su definición de autoritario querría poner al régimen franquista entre el totalitarismo y la democracia liberal.

Por su parte Ángel Viñas[36] enumera cinco rasgos que sirven para definir el franquismo y que le colocan junto a las dictaduras fascistas. El primer rasgo es que Franco siempre actuó según su propio criterio, hasta el punto de ser fuente última del Derecho, adaptándose a las necesidades de cada momento para sobrevivir. El segundo rasgo la constante exaltación del «jefe» como el hombre enviado por Dios para colocar a la patria en el sendero de la grandeza y la gloria. Un tercer rasgo que la «representación política» ejerciera el exclusivo papel de comparsa, solo hay que ver para que servían las Cortes. Cierto es que Falange no ocupó el poder político, pero tampoco lo hizo el partido fascista en Italia. El cuarto rasgo el constante uso de una violencia estructural constante, en esto tiene más parecido a la Alemania nazi que a la Italia fascista. De la Alemania nazi copio los métodos y técnicas para ejercer la violencia durante todos los años que pervivió. El quinto rasgo, el mantener a toda costa los «sindicatos verticales» como ejecutores de normas bajo el engaño de ser de «conciliación o armonía social». Como señala Viñas[37]: Esto no fue sino una derivación directa de la doctrina fascista que se guardo mucho de poner en cuestión las estructuras económicas dominantes.

La conclusión de Viñas tras enumerar estos cinco rasgos es clara[38]: En definitiva, estos son cinco rasgos cuya presencia combinada, simultánea e invasora del tejido social durante treinta y cinco años es difícil de encontrar en otros regímenes del mundo occidental fuera de los fascistas.

Viñas critica que se denomine al franquismo como régimen autoritario: […], presentar al franquismo en plan de régimen autoritario resulta […], demasiado corto […] Fue una dictadura desde el principio hasta el final, con rasgos y tentaciones  fascistas que nunca se quedaron en meras palabras o en altisonantes proclamaciones ideológicas. A pesar del corte de 1945, el Führerprinzip se aplicó a lo largo y a lo ancho de un amplio abanico de políticas públicas[39].

Adolf Hitler

Contra los que hablan del pluralismo político durante el franquismo, dice: No se trató de una dictadura monolítica (tampoco lo fueron la alemana o la italiana). En ella actuaron grupos («familias», en la hilarante caracterización de la época) pero también esto ocurrió en los otros dos casos. Su origen fue diverso, con predominio del Ejército sobre el partido, pero ello no puede llevar a minusvalorar la aportación y significación de este último para Franco[40]

Una interesante comparación hace Viñas entre el régimen de Franco y el de Hitler. En el régimen de Franco se podría enmarcar el Führerprinzip[41]; el jefe tiene unas capacidades de decisión especiales en relación a una sociedad totalmente jerarquizada. Franco, como Hitler, al estar por encima del Derecho, no era la representación del Estado; era el Estado. Un Estado al que hay que obedecer ciegamente, como se inculcaba a los niños en el «catecismo político», del que Viñas extrae seis máximas a modo de ejemplo[42]: 1º, Debemos obedecer sin discutir; 2º, Quién manda sabe lo que hace y por qué lo hace; 3º, Es más difícil mandar que obedecer; 4º, El que obedece no se equivoca nunca; 5º, Los españoles tenemos la obligación de acostumbrarnos a la santa obediencia; 6º,¡A cumplir fielmente el mandato! Esta ha de ser nuestra consigna.

Respecto al deseo de Franco de configurar un régimen a semejanza del nazi o el fascista, con un líder supremo, Moradiellos[43] índice, en alguna manera en los expuesto por Viñas: […] demostraría su voluntad de emular a sus valedores italo-germanos mediante la promoción de un proceso de «fascistización» política que habría de convertirle en «Caudillo» (su título de máxima autoridad, equivalente a Duce o Führer).

Otros que ven en el régimen franquista un régimen fascista son el sociólogo italiano Gino Germani: los objetivos básicos como el significado histórico del régimen de Franco con típicamente fascistas[44]. Por su parte Paul Preston hace ver que el componente fascista del régimen no sólo fue debido a Falange, sino que existieron otros grupos derechistas y el propio régimen los que lo hicieron posible[45].

Por su parte Tezanos no tiene dudas en calificar el franquismo como fascista, hace hincapié en que durante su duración hizo ajustes «camaleónicos» con el único fin de perdurar, pero que durante todo el período no cambió sus inicios sustancialmente.

Para Borja de Riquer[46]: el franquismo fue, en un sentido laxo, el fascismo español, más adelante añade: los elementos fascistas del régimen franquista no fueron simplemente epidérmicos o simbólicos, (uniformes, saludos, desfiles, consignas, rituales, etc.), sino consustanciales a su configuración inicial, ya desde la guerra civil, pese a que fueron modificándose posteriormente.

Torres del Moral[47] es contundente, sostiene que el régimen franquista era un régimen fascista, que fue cambiando su imagen como única manera de sobrevivir. Rechaza a los que defienden que no fue un régimen fascista porque no tenía las mismas bases sociales que apoyaron a Hitler o Mussolini, la pérdida de influencia de Falange, y en la evolución  del régimen. Pata Torres el franquismo siempre mantuvo su identidad de origen. Sobre los rasgos propios del franquismo, Torres no hace su demostrar que «el fascismo español tuvo su propia coloración, no que dejara de serlo por ello».

Raúl Morodo tiene una idea semejante al argumentar que no existe un fascismo único europeo –en contra de la tesis de Tusell-, sino diversas clases de fascismo, según las características históricas, sociales, económicas y culturales.

Incluso la iglesia tenía bastante claro el carácter del régimen de Franco. Cuando en 1956 José Luis Arrese presentó un proyecto de institucionalización del régimen, que daba bastante poder a Falange; la jerarquía eclesiástica española, temiendo perder influencia, envío un escrito al dictador: La forma de gobierno de España no es una monarquía, ni republicana, ni democracia orgánica o inorgánica, sino una verdadera dictadura de partido único, como fue el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania o el peronismo en Argentina, sistemas todos que dieron mucho que deplorar a la Iglesia.

Conclusiones

La larga duración del franquismo es la que, de alguna manera dificulta su catalogación; pero hay que partir de una premisa, el régimen de Franco fue cambiando de formas, según le convenía para su supervivencia, pero nunca de fondo.

Como hemos visto el propio Franco definió a su régimen como totalitario. El franquismo era un régimen totalitario, por mucho que algunos autores lo quieran edulcorar. No se le puede catalogar de dictadura militar, ni de dictadura autoritaria que sería aplicable a la dictadura de Primo de Rivera-, ni de dictadura conservadora, etc. Ya que tenía muchas más similitudes que diferencias con el fascismo, que nadie pone en duda que era un régimen totalitario. Por otro lado cuando se cataloga a un régimen político este no tiene que ser exactamente igual que el que se toma de referencia; por ejemplo la democracia española no es igual a la francesa, y no por ello ambas son reconocidas como democracias.

El régimen de Franco hay que evaluarlo en todo su desarrollo y no sólo, como han hecho muchos, sobre todo los que apuestan por el término autoritario, analizando a partir de la etapa del desarrollismo. No fue solamente una dictadura, ya que en estas la eliminación de las libertades suele ser temporal, una especie de «estado de excepción», por ejemplo la de Primo de Rivera. En el totalitarismo el estado de excepción es permanente, organiza socialmente la no libertad de manera absoluta y con la intención de perpetuarse.

Vamos a intentar desmontar las razones que arguyen aquellos que defienden la teoría de régimen autoritario.

Una de las razones es que el régimen franquista desmovilizó a las masas, en lugar de ser creador de una ideología de masas. Pero esta desmovilización no se debió a que no lo intentara, y menos aún que no intentara la ideologización de la población. Lo intentó por activa y por pasiva a través de la educación recordemos el «catecismo político» que se enseñaba a los niños en las escuelas; a través de los Sindicatos Verticales, la Sección Femenina o el Frente de Juventudes. Fracasó estrepitosamente, en gran parte, porque al contrario de los regímenes de Hitler o Mussolini, el franquismo nació tras una guerra civil, y buena parte de la población superviviente había sufrido, y estaba sufriendo, haber formado parte del bando derrotado.

En cuanto a la no movilización de las masas, como pudieron hacerlo el nazismo o el fascismo, se debe a dos razones. En primer lugar Franco tenía bastante menos carisma que Hitler o Mussolini, segundo, y redundando en lo escrito en párrafos anteriores, ni en Alemania e Italia los dictadores habían llegado tras una guerra civil, es decir no se había producido una fragmentación social tan radical como en España. Es difícil que los vencidos se movilizaran en apoyo de aquel que no solo les había vencido en una guerra, sino que los había reducido a ciudadanos de segunda clase; sin hablar de la represión ejercida –recordemos que Franco asesinó a más personas por motivos políticos que Hitler y Mussolini juntos-.

Por tanto Franco sí intentó ideologizar y movilizar a las masas, lo que ocurre es que fracasó estrepitosamente.

Un argumento al que suelen recurrir constantemente los que defienden la teoría del autoritarismo, y que parte de J.J. Linz, es que en el régimen franquista había una cierta pluralidad política –refiriéndose a las famosas «familias», si no fuera por la gravedad de lo que esta afirmación implica, suena más a chiste que a realidad empírica. Todas las supuestas tendencias convergían en una absoluta fidelidad al dictador y al régimen. También en el nazismo había tendencias y más aún en el fascismo italiano, recordemos que fue el Gran Consejo Fascista el que destituyó a Mussolini. Las únicas diferencias entre las familias eran por ver quién alcanzaba más cuota de poder. Sánchez Recio[48] lo explica muy claramente: […], el régimen franquista, a lo largo de las casi cuatro décadas de su existencia, sólo representó y defendió los intereses y las ideas de aquellos grupos que lo apoyaron y aceptaron desde sus orígenes y de las que fueron asumiéndoselo; en consecuencia el pluralismo limitado es un elemento más accidental que esencial en el régimen.

Otro de los argumentos de Linz, y mantenido por sus seguidores, es que el franquismo no supuso un mecanismo importante de control social, se nota que el sociólogo hispano-alemán no vivía en España. El franquismo intentó el control absoluto de la sociedad; en lo económico, a través de los sindicatos verticales y el intervencionismo; en lo político con la feroz represión llevada a cabo hasta sus últimos días; control de los usos y costumbres de vida cotidiana, sobre todo a través de la iglesia católica, y el control ideológico a través de instituciones como Falange, Sección Femenina, Frente de Juventudes, y la educación.

Por último otra razón que esgrimen los «autoritaristas» es que el franquismo carecía de un partido único que sirviera para encuadrar y vehicular el régimen con la población, como tenían Hitler y Mussolini. No lo tenía de inicio, pero sí lo creo posteriormente con el decreto de unificación que dio paso a Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET y de las JONS). Evidentemente no fue el partido el que le aupó al poder, pero tampoco lo hizo con Hitler ni con Mussolini. En todos los casos es a posteriori cuando el partido único funciona como tal. Que el partido único, primero Falange y luego denominado Movimiento Nacional,

En definitiva, el régimen franquista era, como hemos visto por la definición de la RAE o del profesor Moradiellos, entre otros tantos ejemplos que se podían ofrecer, un régimen totalitario y, por supuesto fascista. Los intentos de «suavizar» el carácter del franquismo provienen, mayoritariamente de los sectores afines a su ideología, de historiadores y sociólogos posicionados en la derecha y que hacen un análisis más mediatizado por su posicionamiento político, que aquellos que lo tachamos de totalitario/fascista que solemos provenir de un posicionamiento político de izquierdas y que, a nivel historiográfico provenimos del materialismo histórico o de la Escuela de Anales.

Vídeo en el CAUM Madrid

Bibliografía citada

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[1] Se publicó en 1974, diez años después de la publicación del original, auspiciado por Manuel Fraga Iribarne.

[2] Torres del Moral: 240.

[3] En esta fecha se proclamó Jefe de Estado, Jefe del Gobierno, Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Partido Único, amén de Cruzado de Cristo, título honorífico otorgado por la iglesia católica.

[4] Moradiellos, 2015:325.

[5] Citado por Viñas, 2015:95.

[6] Viñas, 2015: 101-102.

[7] Oltra/De Miguel: 82.

[8] Sevillano, 1995:225.

[9] Manuel Ramírez Jiménez: España 1939-1975. Régimen político e ideología, Barcelona, 1978, pp. 11-64.

[10] Giménez Martínez, 2014:223.

[11] Giménez Martínez, 2014:240.

[12] Esteban Navarro: 12.

[13] Saz, 2004: 153-154.

[14] Saz, 2004: 89-90.

[15] Ambos artículos en La Aventura de la Historia, nº 16, pp. 16-17

[16] Elorza, 1996: 49.

[17] Moradiellos, 2015:9.

[18] Término que proviene de la forma de gobernar que tuvieron Napoleón Bonaparte y su sobrino Luis Napoleón Bonaparte.

[19] Moradiellos, 2011:23.

[20] Promulgada el 8 de agosto de 1939, otorgaba a Franco todos los poderes legislativos y ejecutivos. Estos poderes se refrendaron en la Ley Orgánica del Estado, de 1967.

[21] Sánchez Recio, 1992:17-19.

[22] Sánchez Recio, 2012:518-520

[23] Citado Sánchez Recio, 1992:10.

[24] Con el paso del tiempo Linz reconoció que el régimen autoritario de Franco tenía componentes fascistas.

[25] Tomado de Sevillano, 1999b: 20.

[26] Tusell, 1996:163.

[27] Tusell, 1996:37.

[28] Payne: 20.

[29] Sevillano, 1996: 62-63.

[30] Moradiellos, 2015: 325.

[31] Sánchez Recio, 2015: 250.

[32] Saz, 1999:1

[33] Reig: 107.

[34] Fontana: 9.

[35] Tuñón: 96-97.

[36] Viñas, 2015:83-84.

[37] Viñas, 2015:86.

[38] Viñas, 2015:87.

[39] Viñas, 2015:151.

[40] Viñas, 2015: 153.

[41] Se podría traducir como principio de supremacía del jefe.

[42] Viñas, 2015: 95.

[43] Moradiellos, 2015:321.

[44] Citado Moradiellos, 215:332.

[45] Preston, 1997:33.

[46] Riquer: 18

[47] Torres del Moral: 241-243.

[48] Sánchez Recio, 1992: 19.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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