No me envidiéis, insensatos,
por estas torrijas tempraneras
que son flor y fruto de mi retiro,
aislamiento o cuarentena
(como coño llamarse quiera).
Ellas parecen mirarme muy fijo…
y anunciarme con su aroma a canela:
gocha, engordarás al menos un kilo.
Yo, me miro… y resuelvo el tema:
ancha quedarás, como Castilla,
pero sin rastro de pena.
AMÉN.