Resulta difícil encontrar la verdad. Desde que era niña y a lo largo de toda mi vida, siempre quise saber cosas de mi padre y de la Guerra Civil. Pero eran años de silencio y en mi casa, como en la mayoría de las casas de los republicanos, no había respuestas a las preguntas relacionadas con la guerra
Sólo sabía que mi padre había estado en la cárcel de Burgos, el penal más duro que había en España, por haber luchado en zona republicana y que había sido cruelmente torturado, saliendo muy enfermo de la cárcel. Conociendo poco después a mi madre, quién le cuidó con todo su amor hasta el final de sus días, gracias a lo cual, vivió algunos años más, a pesar de estar muy delicado. También, que dejó una carta de despedida a su madre debajo de la almohada, a la que nunca más volvería a ver.
En Argentina, en esos momentos, estaba la dictadura del General Uribe y el reclutamiento de Voluntarios se hacía rozando la clandestinidad. Quizás fue esa la razón de no decírselo en persona a su madre. Él, que después de mucho tiempo, por fin había conseguido un buen trabajo en Buenos Aires, prefirió anteponer la libertad de su querida España a su vida ya estabilizada en Argentina.
Pero a mis preguntas de porqué le hicieron prisionero, cuándo ocurrió, cuánto tiempo pasó preso, qué torturas le hicieron,…etc., nunca había respuesta. Sólo una tía mía se atrevía a contarnos cosas de la guerra, pero cuando mi madre la oía hablar venía corriendo y la mandaba callar, diciéndola: “De esas cosas no se habla, hablar de otra cosa”.
Mi padre murió el 12 de octubre, yo cumplía los 3 años a finales de noviembre, por lo que nunca tuve ocasión de preguntarle a él. Pasaron los años, y ya entrada en los 50, cuando todos mis ancestros ya no estaban, al quedarme sin trabajo y aprovechando las facilidades que daba la Ley de Memoria Histórica, comencé a investigar por mi cuenta. Primero fui al Ministerio de Justicia y esperé respuesta.
Meses más tarde me enviaron unas fotocopias de una parte de su expediente del Consejo de Guerra. Entonces, por primera vez supe que le habían hecho prisionero en el año 1944 y no durante la guerra, como yo había creído siempre.
A partir de ese momento empezó mi periplo por los diferentes Archivos Históricos: Salamanca, Ávila, Guadalajara, Segovia, Archivo Histórico del Ejército del Aire, en Villaviciosa de Odón (ya que mi padre había hecho la mili en Aviación), el CEDOBI (Albacete) y la Biblioteca General del Campus de Albacete, (en ambos contacté por teléfono), Archivo Histórico del Partido Comunista de España, en Madrid y, finalmente, el Archivo de la 1ª Región Militar, en el Pº de Moret de Madrid, en el que encontré todo su expediente y que, amablemente, me permitieron fotografiarlo.
No fue fácil leer el expediente del Consejo de Guerra de un ser tan querido para mí como era mi padre. El trato inhumano y despectivo que en él se da a las personas encausadas en el mismo unido al conocimiento, a través de los hechos narrados por supervivientes que han tenido ocasión de contarlo, de las torturas a las que eran sometidos los presos políticos en los diferentes estamentos a los que en él se hace referencia, me hacían tiritar de horror y tristeza al leerlo, además de despertar en mí un enorme deseo de tenerle cerca para poder abrazarle y decirle lo mucho que le quería, lo mucho que le quiero.
Pensar que mi padre había tenido que pasar por aquel infierno, que pudiera haber seres capaces de realizar semejantes atrocidades, me hizo suspender la lectura del expediente en numerosas ocasiones, para reanudarla de nuevo, una vez había recuperado las fuerzas para hacerlo.
Fruto de toda esta investigación, unido a lo que mi madre y mi familia de Buenos Aires me habían contado, he podido obtener respuesta a algunas de las preguntas que llevaba haciéndome toda la vida y, aunque la investigación no ha terminado todavía, ahora ya sé muchas más cosas de mi padre, entre ellas que, mi padre, Manuel Dopazo Dopazo, nació en Loñoa Pereiro de Aguiar (Orense-España), el día 18 de diciembre de 1908.
Hijo de Antonio Dopazo Carballo y Carmen Dopazo Rodríguez. Hizo el Servicio Militar como voluntario en Aviación Militar de Getafe (Madrid), entre el 14.11.1928 y el 27.10.1930, en el Grupo de Reclutas nº 31.
Emigró a Buenos Aires, dónde estaban sus padres desde junio de 1930, y ante el requerimiento de estos para que así lo hiciera, a finales de 1931 ó en 1932, tras más de un año esperando le fueran entregados la licencia y el permiso para navegar por aguas internacionales que, a pesar de habérselo enviado en varias ocasiones, no le fue entregado hasta diciembre de 1931, regresando a España entre enero y agosto de 1937 para luchar como voluntario en zona republicana.
Cuando comenzó la guerra en España, se organizaron muchos Comités de Solidaridad con la República Española en diferentes ciudades de Argentina, con una gran movilización para recaudar fondos, comprar comida, medicamentos, etc., que enviaban por barco a España. También se reclutaban Voluntarios, de manera casi clandestina, para venir a luchar en defensa de la República (1), por lo que, probablemente, el viaje de vuelta a España lo realizó mi padre con los Voluntarios argentinos.
A este respecto, tuve ocasión de preguntarle al Historiador argentino Jerónimo Boragina, que estuvo en España en octubre de 2011, con motivo del 75 Aniversario de las Brigadas Internacionales, y me dijo que, con toda probabilidad vino con ellos. Debió llegar primero a Albacete, dónde se encontraba el “Cuartel General” de las Brigadas Internacionales en España, y desde el que se hacía la distribución de los brigadistas a las diferentes zonas del país.
En el mes de agosto de 1937, mi padre estaba en Madrid, dónde se encuadró en un Batallón de Etapas, con el que se trasladó primero a Colmenar Viejo, luego a Aranjuez (septiembre de 1937), más tarde a Hellín (Albacete), Pozoblanco (Córdoba) y a Ciudad Real, dónde se encontraba al finalizar la guerra, trasladándose a Madrid y presentándose en la Junta de Clasificación de Prisioneros de Chamberí (2), permaneciendo dos días en el Campo de Concentración de Chamartín.
A su salida, estableció su domicilio en la C/ Ave María nº 31, 3º Izq., y comenzó a trabajar, el 10 de agosto de 1939, en la Tintorería Americana, que se encontraba en la Ronda de Valencia nº 4 y 6 de Madrid, propiedad de Teresa González Román, donde permaneció hasta el 26 de septiembre de 1942, en que se trasladó voluntariamente al Tinte de Navarra, situado en la Plaza de la Beata María Ana de Jesús nº 10, en el que estuvo trabajando hasta el momento de su detención, el 21 de febrero de 1944, por la Brigada Político Social de la Comisaría del Distrito Centro, por ser considerado enlace comunista de Luís Serra, quién les entregaba propaganda que él, a su vez, recibía de Ricardo Valenzuela, propaganda que Luís Serra confesó haber arrojado en el Cine Monumental, por lo que ya había sido detenido Valenzuela por la citada Brigada y fusilado Luís Serra.
El motivo de la detención fue tener cupones de Unión Nacional para recaudar fondos para ayudar a los presos políticos y sus familias, formando parte de una Troika perteneciente al Partido Comunista, de la que mi padre era Secretario de Finanzas. Hasta el día 13 de marzo, no es llevado a declarar a las oficinas de la Brigada Político Social de la Dirección General de Seguridad, ingresando en la Cárcel de Santa Rita (Carabanchel Bajo) el día 23 de marzo, quedando a disposición del Juez Militar Especial de Delitos de Comunismo, Coronel de la 1ª Región Militar Enrique Eymar Fernández, en el Pº del Prado nº 6, Bajo Izq., quién ratificó su ingreso en la Cárcel de Santa Rita, pasando poco después, a la Nueva Prisión Provincial de Madrid y luego, el 27 de julio de 1944, a la Prisión Central de Alcalá de Henares, donde se le hizo Consejo de Guerra Ordinario el 24 de noviembre de 1944.
Con sentencia firme de fecha 19 de diciembre de ese mismo año, siendo condenado a ocho años de prisión mayor por un delito de “Atentado contra la seguridad del Estado” y “Actividades clandestinas de tipo comunista”. El 24 de septiembre de 1946 fue trasladado a la Prisión Central de Burgos, tras haber sido castigado, en la de Alcalá, por negarse a vestir el uniforme de la prisión, donde permaneció hasta la libertad condicional, que le fue comunicada el 30 de octubre de 1947, no siendo puesto en libertad provisional antes del 20 de julio de 1948, en que se recibe testimonio y liquidación de condena (no está clara la fecha exacta en que fue liberado), saliendo muy enfermo de la cárcel.
En esas circunstancias, tras su salida de la cárcel, se hospedó en casa de unas tías de mi madre, y allí la conoció. Estas tías le contaron a mi madre que era un hombre maravilloso, opinión que tenían de él cuantos le conocieron. El 22 de septiembre de 1949 se casaron, y gracias a los cuidados de mi madre, vivió unos cuantos años más, hasta el 12 de octubre de 1957 en que falleció.
Al día siguiente de su muerte, cuando volvíamos del Cementerio, le trajeron la libertad definitiva. Mi madre, enfurecida, como nunca más la he vuelto a ver, le dijo al funcionario que se la podía llevar, que ya no le hacía falta, que ya era libre. En casa se instauró el silencio, como en tantas otras casas españolas. Hoy, gracias a la posibilidad que me ha dado el Historiador José Luís Garrot, la historia de mi padre sale a la luz.
Mi voz es su voz, mi libertad para contarlo, su libertad, por la que no dudó en arriesgar su vida, como tantos hombres y mujeres nobles lo hicieron en nuestro país.
(1) “Voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española” de Lucas González, Jerónimo Boragina, Gustavo Dorado y Ernesto Sommaro.
(2) En su expediente, unas veces dice que se presentó en la Junta de Clasificación de Prisioneros de Chamberí y otras en la de Chamartín.