Apocalipsis naranja

El supuesto bombazo en las encuestas de Ciudadanos está siendo unos de los acontecimientos políticos de las últimas semanas. Algo previsible según se va descomponiendo el PP por la corrupción

Pero ¿qué es exactamente Ciudadanos? Como todos sabemos nació en Cataluña como contraste al incipiente crecimiento del independentismo, enfrentando el nacionalismo español y catalán. Si hay algo que ha caracterizado a Ciudadanos desde su origen han sido sus bamboleos ideológicos. Empezaron como socialdemócratas en su rinconcito del Parlament intentando arañarle descontentos al PSC.

 Más tarde, cuando el poder económico vio en él al sustituto del PP, viraron hacia el liberalismo, luego al centro derecha cuando el tema catalán saltó por los aires, y ahora, después del último tinglado montado con Marta Sánchez, parece que definitivamente se decantan por el nacionalismo excluyente y autoritario. Por si no se han percatado todavía este proceso es el camino más común hacia el Fascismo. Es cierto, mucho más sutil, más moderno, más chuli y más del siglo XXI, pero fascismo.

Y ¿de dónde vienen sus votos? Pues, aunque al principio parecía que le quitaba electorado al PSOE con su discurso “sensato” y “moderado” (pueden reírse si quieren), lo que es evidente es que han lanzado una OPA muy hostil al PP. Primero a un electorado joven (un poco pijo quizás) que no se identificaba tanto con un PP tan chapado a la antigua; luego gente más madurita con cierta dignidad que, aunque nunca votarán a la izquierda, son conscientes que robar es malo y gracias a Ciudadanos tienen una misma opción pero sin tanto olor a podrido.

 Pero siguen avanzando, gracias al conflicto interesado de Cataluña, el adormilado nacionalismo español se ha levantado con muchas ganas de guerra. Algo que no podían desaprovechar. Hace un par de años Ciudadanos podría haberse convertido en un partido de “centro derecha” al estilo europeo, es decir, de derechas, pero con un alto concepto de la democracia y los derechos ciudadanos. Incluso alguna vez dijo Rivera que no era normal tener a 100.000 españoles en las cunetas, y que habría que sacarlos de allí antes o después.

Sin embargo, tomaron otro camino y continuaron devorando a su ascendente político, ya solo quedaba comerse a la sección falangista del PP mediante un ultranacionalismo que roza el ridículo, un caladero de votos que no se quieren perder. Incluso a costa de abandonar a las mujeres feministas porque piensan que serán más los fachas que las mujeres que salen a la calle (algo que espero les pasará factura antes o después).

 Pero no termina aquí la cosa, la relación de amor de este nuevo partido con los poderes económicos es evidente, el IBEX 35 les desea, los empresarios y banqueros les adoran. Están tan integrados con ellos que el partido va a elegir a las personas que serán sus representantes y cargos mediante un sistema parecido a una entrevista de trabajo. El mundo ideal de los tecnócratas que siguen las indicaciones directas de lobbies o fondos buitre (saquen sus conclusiones).

 También esa marabunta de gente trabajadora, humilde, precaria o pensionistas, pero sin la más mínima formación política, los denominados “sin ideología” o “todos los políticos son iguales”, y que no dejan de ser carne de cañón de estos populismos (de los de verdad) tan atractivos para algunos que piensan que algún día les tocará la lotería o que se sienten “mucho español”.

Ciudadanos da miedo, Rivera cada vez se parece más a una mezcla entre Primo de Rivera (hijo), Trump, Putin o Le pen. Nacionalismo, capitalismo salvaje, no tener ideología o cambiarla según interese, engañar a la gente humilde (o dejándose engañar) escondiendo un programa económico ultra liberal tiene y tendrá un claro final si ganan las siguientes elecciones. Las consecuencias para las libertades, la educación y sanidad pública, o el concepto multicultural de España serán definitivas: El apocalipsis de lo que queda de democracia y justicia social.

Francisco Javier García Martínez
Francisco Javier García Martínezhttps://asambleadigital.es
Licenciado en Historia. Técnico superior en electromedicina. Activista, defensor de los DDHH y la justicia social

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