Inteligencia artificial (IA) el nuevo Frankenstein del siglo XXI

Puede que más de uno, al leer la novela «Frankenstein o el moderno Prometeo»
de Mary Shelley, se pregunte por qué la autora eligió este título alternativo.

¿Qué relación puede guardar esa monstruosa criatura hecha con trozos de cadáveres con un titán del mundo clásico que desafió a los dioses y tuvo un amargo final?

Pues mucha, la verdad. El mito de Prometeo es una de las primeras versiones que se conocen de la clásica historia, en la que se juega a ser un dios y se intentan controlar fuerzas superiores a las que el propio entendimiento puede someter.
y quién sabe si deseando el bien de la humanidad o queriendo fastidiar a los dioses, Prometeo robó una chispa del carro de Helios, dios del Sol, y se la entregó a los hombres para que pudieran usar el fuego a placer y estar más igualados respecto a los dioses.
El fuego era considerado un elemento sagrado, un don reservado solo para los habitantes del Olimpo y sus secuaces. (A Zeus no le gustó nada, y lo castigo eternamente).

Pues bien, en la realidad actual la inteligencia artificial (IA) nos la están vendiendo como nuestro “Prometeo» del siglo XXI, que ha renacido una vez más  para ayudar a la humanidad.

Microsoft ha subido un peldaño su apuesta por la inteligencia artificial. La compañía ha anunciado que su buscador Bing y el navegador Edge incorporarán una ventana de chat a la que se le podrá hacer preguntas. ¿Las respuestas las dará el Modelo Prometeo (Prometheus Model), irónico …no?

Un nuevo modelo de lenguaje de última generación desarrollado juntamente con OpenAI, los creadores de ChatGPT.

Microsoft quiere que la búsqueda y navegación de internet adquiera la forma de una conversación. Que conversemos con los programas, en vez de hacer búsquedas con palabras clave, como hasta ahora. Eso cambiará radicalmente, sostienen, la experiencia de las búsquedas y las hará más completas.

La idea, al parecer, es que el usuario pueda ver en cada caso los dos tipos de búsqueda (la tradicional y la apoyada en IA generativa), y a partir de ahí, siga el camino que más le apetezca, además de que la aceptemos como si charlásemos con un buen amigo o nuestro «maestro».

Pero ¿qué es la IA?

«IA» se refiere a los algoritmos que simulan la inteligencia humana, imitando comportamientos como el «aprendizaje» y la «resolución de problemas».

Para algunos, la IA conlleva la promesa de una eficiencia increíble. Pero plantea grandes desafíos a nuestras libertades y nivel de vida. Con su capacidad para simplificar nuestra vida cotidiana, la inteligencia artificial (IA) se ha ganado un papel central en la sociedad moderna.

Sin embargo, en ausencia de una regulación adecuada, el choque entre la IA y los derechos humanos es cada vez más evidente.

Desde fomentar la discriminación hasta permitir prácticas de vigilancia invasivas, la IA constituye una amenaza para las libertades básicas, la igualdad de protección y los derechos socioeconómicos.

Algunos de los graves problemas en los que incurre:

  • Los sistemas de reconocimiento facial son discriminatorios
    basados ​​en IA.

Han demostrado repetidamente que son menos capaces de identificar a los negros que a los caucásicos. Los casos de IA «racista»
son omnipresentes en línea, desde identificar a negros con gorilas o en el caso de búsqueda de Google determinados por IA para «chicas negras» son casi en su totalidad sexualmente explícitos.

En el caso de aplicación de la ley en un número creciente de países, incluidos Hong Kong, China, Dinamarca, EE. UU. e India, también plantea una serie de preocupaciones sobre discriminación porqué  la IA a menudo recibe datos producidos por políticas sesgadas, como la vigilancia excesiva de ciertas minorías étnicas.

Estos datos indicarían que las tasas de criminalidad tienden a ser más altas entre estos grupos, por lo que es más probable que los sistemas algorítmicos los clasifiquen como delincuentes de alto riesgo.

  • La IA en la guerra y en todo el sector militar.

Un ejemplo son los drones armados, se utilizan cada vez más en la guerra, y algunos de ellos ya no están controlados por humanos, lo que complica la incapacidad de la IA para emitir juicios éticos y plantea dudas sobre si el uso de tales armas podría provocar muertes accidentales y la rápida escalada del conflicto

  • El desempleo futuro.
    (esto está siendo cada vez más evidente).
  • La falta de transparencia.

Por qué la IA puede estar plagada de sesgos y errores, como en el caso del acusado Eric Loomis,(en EEUU) por ejemplo; el juez de primera instancia le impuso una larga condena debido a la puntuación de «alto riesgo» que recibió tras responder a una serie de preguntas que luego se introdujeron en Compas, (Compas, es una herramienta de evaluación de riesgos tipo «caja negra»).

El juez, o cualquiera en realidad, ciertamente no sabía cómo Compas llegó a la decisión de que Loomis es de «alto riesgo» para la sociedad.

Por lo que sabemos, Compas puede basar sus decisiones en factores que consideramos injustos, puede ser racista, edadista o machista sin que lo sepamos. Según la hayan programado.

  • El aumento de
    desinformación es alarmante y ya está aquí.

Los deepfakes y bots se utilizan cada vez más para campañas de desinformación dirigidas, amenazando así nuestros procesos democráticos y provocando la polarización de la sociedad.

  • Impacto medio ambiental.

Un estudio de 2019 reveló que un tipo particular de IA (aprendizaje profundo en el procesamiento del lenguaje natural) tiene una enorme huella de carbono debido al combustible que requiere el hardware. Los expertos afirman que el entrenamiento de un solo modelo de IA produce 300.000 kg de
emisiones de CO2, lo que equivale a 125 vuelos de ida y vuelta de Nueva York a Pekín o a 5 veces las emisiones durante la vida útil de un coche medio (estadounidense).

Y por último y más preocupante:

  • El dominio y control por las grandes empresas tecnológicas.

Google, Apple, Facebook, Microsoft y Amazon, junto con las grandes empresas chinas, copan el mercado mundial en investigación, desarrollo y adquisiciones relacionadas con la inteligencia artificial.

Con el control de las búsquedas, las redes sociales, el comercio minorista en línea y las tiendas de aplicaciones, estas empresas tienen «casi» un monopolio sobre los datos de los usuarios, lo que los convierte directamente en dioses o titanes de la humanidad, imponiéndose peligrosamente a todo gobierno o estado.

En realidad, no es el tal Prometeo lo que están creando, sino que están jugando a crear a un Frankenstein, un monstruo… que las generaciones venideras  no tendrán más remedio que luchar contra él si quieren sobrevivir en libertad.

Conclusiones:
IA nunca podrá sustituir a la humanidad, nunca será capaz de resolver problemas de nuestra ética, moral, el humor, la ironía, la intuición o el «instinto» que llevamos los seres vivos desde que nacemos.

Los antiguos griegos ya utilizaban el proceso del lenguaje  para solucionar problemas éticos y morales.

Un moderador plantea una propuesta, cada bando expone un argumento inicial, una réplica y una conclusión.
Todo se debe hacer en un tiempo concreto,
el participante en un debate debe tener capacidad de pensamiento crítico y un amplio conocimiento sobre una variedad de temas, en un buen debate sé debería utilizar el humor para crear un argumento convincente, el rango de construcción de un debate es simplemente infinito.

Se tienen que tomar muchísimas decisiones para construir un argumento que sea original y que sea capaz de responder a lo que presenta un oponente.
Y al final poder concluir todos los argumentos que hizo, como conclusión.

Sin embargo, un ordenador puede leer cientos de millones  de artículos en segundos pero necesita poder identificar exactamente mil o dos mil palabras relevantes para  poder debatir con un humano.

Tengo una pregunta para IA:

Como dijo el genial Groucho Marx;
<< ¿Una mañana maté a un elefante en pijama, como se metió el elefante en el pijama? >>

Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa

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