Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. La Columna de la muerte (I) Yagüe

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron


Se conoce como columna de la muerte a las tropas comandadas por el entonces teniente coronel Juan Yagüe que partieron de Sevilla en dirección a Madrid, dejando su paso un reguero de terror y sangre. Dirigió la columna hasta el 20 de septiembre de 1936, cuando tras la toma de Mérida fue sustituido por el general Varela.

El historiador Francisco Espinosa hace un fiel retrato de lo que hacía la columna de la muerte: Las columnas que mandó Yagüe, al mando de Asensio, Castejón y Tella tenían por costumbre acabar con las vidas de todo oponente, realizar alguna masacre de carácter ejemplarizante en cada lugar que entraban, dejar un rastro de sangre y eliminar a los prisioneros [1].

Yagüe Blanco, Juan

Yagüe era un militar que había participado en la guerra de Marruecos. Ya en la guerra del Rif se familiarizó con las tácticas de implantación del terror en las zonas dominadas. Estos métodos represivos los continuó con su participación en la represión que se llevó a cabo tras la revolución de Asturias de 1934. Fue en Asturias donde tuvo un fuerte enfrentamiento con el general Eduardo López Ochoa, al que acusó de ser cómplice de los revolucionarios, incluso le amenazó con una pistola, al ordenarle éste que no continuara con las matanzas indiscriminadas que estaban llevando a cabo las tropas que estaban bajo su mandato.

Entre las muchas barbaridades que se cometieron durante su estancia en Asturias, está el fusilamiento de más de cincuenta hombres y mujeres –algunos se encontraban heridos- que fueron asesinados en el patio del hospital de Oviedo. Otro trágico suceso se produjo en Carbayín. En este lugar fueron enterrados veinte cadáveres para ocultar las torturas a las que habían sido sometidos.

Tal era la crueldad de Yagüe que envió un emisario a Madrid para quejarse ante Franco y Gil Robles del trato humanitario que López Ochoa estaba dando a los mineros. López Ochoa le contó a Juan Simeón Vidarte los problemas que tuvo con Yagüe: Una noche los legionarios se llevaron en una camioneta a veintisiete trabajadores sacados de la cárcel de Sama. Sólo fusilaron tres o cuatro porque, como sonaban los tiros en la montaña, pensaron que iban a salir guerrilleros de todos aquellos parajes y ellos correrían gran peligro. Entonces procedieron más cruelmente, decapitaron o ahorcaron a los presos, y les cortaron los pies, manos, orejas, lenguas, ¡hasta los órganos genitales! A los pocos días uno de mis oficiales, hombre de toda mi confianza, me comunicó que unos legionarios se paseaban luciendo orejas cortadas en alambres, a modo de collar, que serían las víctimas de Carabayin [2]. Inmediatamente mandé que detuviera y fusilase a aquellos legionarios, y él lo hizo así. Éste fue el motivo de mi altercado con Yagüe [3]

Yagüe con uniforme de falangista.

Falangista convencido, Yagüe participó activamente en el complot que desembocó en la sublevación del 17-18 de julio. Durante las maniobras que se celebraron en Llano Amarillo entre el 5 y el 12 de julio, la tienda de Yagüe se convirtió en el Estado Mayor de la sublevación. En el banquete celebrado tras la finalización de las maniobras se escucharon múltiples voces gritando ¡café!, palabra que se haría tristemente famosa como presagio del asesinato de múltiples personas y que significaba «Camaradas, arriba Falange Española». Como coordinador del golpe en el norte de África, Yagüe es responsable último de todos los asesinatos allí cometidos desde el 17 de julio hasta su partida a la Península.

Yagüe fue uno de los que se aprovechó de la ingenuidad, por no decir otra cosa, de los dirigentes republicanos. Debido a los rumores que había sobre un posible golpe militar, Casares Quiroga destituyó a un estrecho colaborador de Yagüe, el teniente coronel Heli Rolando de Tella, al frente de la Primera Bandera de la Legión en Melilla el día 2 de julio. Al día siguiente mantuvo una conversación con Yagüe al que le ofreció el puesto que quisiera en España o ser agregado militar en Roma. Yagüe le respondió que prefería quemar el uniforme si no continuaba en la Legión. Entre las capacidades de engaño de Yagüe y la mucha ingenuidad, o estupidez, de Casares [4], éste último quedó convencido de la fidelidad del militar. Tal fue su convencimiento que comentó a Ignacio Hidalgo de Cisneros: Yagüe es un caballero, un perfecto militar, tengo la seguridad de que jamás hará traición a la República. Me ha dado su palabra de honor y de militar de que siempre la servirá con lealtad y los hombres como Yagüe mantienen sus compromisos sin más garantía que su palabra. Cómo sicólogo Casares Quiroga no tenía precio.

Conocido como el «carnicero de Badajoz»[5], no fue solamente en la capital pacense donde dejó un reguero de sangre, ciudades como Mérida, Zafra, Talavera o Toledo, entre otras, también sufrieron el terror sembrado por sus tropas.

Tras las matanzas llevadas a cabo Yagüe no mostraba el menor arrepentimiento. Ante la matanza perpetrada en Badajoz, el periodista John T. Whitaker –corresponsal del New York Herald Tribune- le preguntó por lo ocurrido, a lo que Yagüe contestó: Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Qué iba a llevar cuatro mil prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contra reloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?

Matanza de Badajoz.

De que era completamente consciente de las matanzas que estaban llevando a cabo, lo demuestra lo que le comentó al periodista francés Jacques Berthel: Es una espléndida victoria. Antes de avanzar y ayudados por falangistas vamos a acabar de limpiar Extremadura. Sin duda esta frase es un reconocimiento de la represión sistemática que se estaba llevando a cabo en la retaguardia. En su hoja de servicios se puede leer sobre lo ocurrido en Badajoz: se procede a continuar la limpieza, organización y defensa de la Plaza de Badajoz [6].

Mario Neves entrevistó a Yagüe preguntándole si era cierto que la noche anterior habían fusilado a 2000 personas, a lo que Yagüe contestó: No deben ser tantos. El cinismo llevado a su máxima potencia.

La piedad no cabía en la personalidad de Yagüe. En una ocasión, estando Yagüe en Badajoz le visitó el obispo de la capital José María Alcaraz; al preguntarle Yagüe que deseaba el obispo contestó: Vengo a interceder por los hermanos Pla[7], que los van a fusilar, a lo que Yagüe respondió: Para que otros como usted vivan hay que fusilar a gente como esta[8]. El único delito de los hermanos Pla era que pertenecían al partido de Azaña, Izquierda Republicana, pero jamás habían ostentado ningún tipo de cargo. Para hacer rentable el asesinato de los dos hermanos, Yagüe se quedó para su uso personal con el coche de uno de ellos.

En Mérida sus tropas continuaron con sus prácticas habituales. Harold Pemberton –corresponsal del Daily Espress, dijo que los legionarios le ofrecieron a él y a su fotógrafo «orejas de comunistas como recuerdo de la masacre». Las prácticas de Asturias seguían vigentes.

Una muestra más de las intenciones de Yagüe, en una ocasión comentó: […] el hecho de que la conquista de España por el Ejército avance a un paso tan lento tiene esa ventaja: nos da tiempo para purgar el país concienzudamente de todos los elementos rojos.

El 2 de septiembre de 1936 sus tropas entraron en Talavera. Allí volvió a protagonizar una orgía de sangre. De lo ocurrido en esta población toledana tenemos algunos testimonios. John T. Whitaker, que estuvo en Talavera durante dos meses contó lo que vivió durante su estancia: […] No pasaba una noche sin que al amanecer me despertaran los disparos de los pelotones de fusilamiento en el patio del cuartel. La matanza parecía no tener fin. Al final del segundo mes seguía haciendo en Talavera tantos fusilamientos como el primer día […] recuerdo haber visto un bulto en la plaza del pueblo, eran dos jóvenes miembros de la Guardia de Asalto republicana a los que maniataron con alambres, los rociaron con gasolina y los quemaron vivos [9].

Sobre la matanza llevada a cabo en Toledo, Yagüe se mostraba enormemente satisfecho: Convertimos Toledo en la ciudad más blanca de España.

Saturnino Medina Candalija, se salvó milagrosamente de ser uno de los asesinados por las huestes de Yagüe, dejándonos testimonio de su odisea: (…) al llegar a mí que era el último… dejaron un grupo de diez o doce personas. Un cabo del Tercio preguntó a Yagüe: ¡Con estos que hacemos!, y dice este ¡Que se vayan! ¡Que se vayan! Si los íbamos a matar a todos, había que haber cogido una hoz y cortar cabezas empezando por una punta y terminando por la otra, ¡fuera! ¡Que se vayan![10] ¡Que magnánimo!

En octubre de 1937 dio un discurso en San Leonardo [11] (Soria), en el que volvía a mostrar su cara: Al que se resista, ya sabéis lo que tenéis que hacer, a la cárcel o al paredón, lo mismo da. Nosotros nos hemos propuesto redimiros y os redimiremos, queráis o no queráis. Necesitaros, no os necesitamos para nada, elecciones, no volverá a haber jamás ¿para qué queremos vuestros votos? Primero vamos a redimir a los del otro lado, vamos a imponerles nuestra civilización, ya que no quieren por las buenas, por las malas [12].

Como hemos comentado anteriormente Yagüe fue sustituido por Varela al mando de la Columna Madrid. El motivo fue que cuando Franco decidió enviar su columna para ir a liberar el Alcázar, Yagüe se mostró en desacuerdo. No fue su único desencuentro con el dictador. En abril de 1937 dio un discurso intercediendo por Hedilla –en aquel momento jefe de Falange, y contrario a la unificación, por lo que fue condenado a muerte, posteriormente conmutada-, este discurso provocó que fuera momentáneamente apartado del mando en tropa, castigo que duró poco al ser nombrado nuevamente jefe del Cuerpo de Ejército Marroquí. Otros cargos que ocupó fue el de ministro del Aire para el que fue nombrado el 9 de septiembre de 1939; fue destituido el 27 de junio de 1940 por decirle al embajador de EE.UU. que Gran Bretaña estaba a punto de perder la guerra, y que se lo tenía merecido. En 1941 fue puesto al frente de la Colonia Penitenciaria de San Leonardo, cargo del que fue depuesto por su incompetencia. Tras el final de la guerra fue ascendido a general de división.

En cuanto a ideología es conocida su militancia en Falange, y también su admiración por el nazismo, de ahí que tengamos imágenes suyas posando con dirigentes nazis.

Yagüe con dirigentes nazis durante su visita a Berlín.

Yagüe saludando a Hitler

Por último, he de señalar que es vergonzoso que en 2020 el ayuntamiento de Oviedo, dirigido por el PP y Ciudadanos, le haya vuelto a poner su nombre a una calle de la capital astur, tras fallo judicial que anulo su retirada por defecto de forma, algo que podría haberse subsanado y que ni el PP ni Ciudadanos quisieron llevar a cabo. Esta decisión creo que refleja perfectamente que son un partido y el otro.

Bibliografía reseñada en el capítulo

ESPINOSA MAESTRE, Francisco (2012): Yagüe y la columna de la muerte, en Memoria antifranquista del Baix Llobregat. El genocidio franquista en Extremadura, nº 12, pp. 13-18.

OLMEDO ALONSO, Ángel e IZQUIERDO IZQUIERDO, Joxe (2005): Espacios, lugares y personas de la guerra civil en la provincia de Badajoz, Badajoz.

PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.

[1] Espinosa, 2012: 16.

[2] La matanza de Carbayín la dirigió el guardia civil Lisardo Doval Bravo.

[3] Tomado de Preston, 2011: 133-134.

[4] En aquellos momentos Casares Quiroga era el presidente del Gobierno de la República.

[5] No abundaremos sobre lo ocurrido en Badajoz, remito a mi trabajo GARROT GARROT, José Luis (2020): La matanza de Badajoz. Responsables, testigos y testimonios reales frente a la historiografía franquista, en  https://asambleadigital.es/la-matanza-de-badajoz-responsables-testigos-testimonios/

[6] Tomado de Espinosa, 2012: 16.

[7] Los hermanos Luis y Carlos Pla eran unos industriales que tenían varios negocios entre ellos el conocido Garaje Pla.

[8] Ver Espinosa, 2012:16.

[9] Tomado de Preston, 2011: 448.

[10] Tomado de Olmedo/Izquierdo: 21-23.

[11] Posteriormente pasaría a denominarse San Leonardo de Yagüe.

[12] Publicado en el Diario de Burgos el 8 de octubre de 1937.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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